Page 181 - Dune
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antes había oído una voz tan fría. Para una Bene Gesserit aquella voz gritaba:
¡Asesino!
—Tengo una sorpresa para Piter —dijo el Barón—. Cree que ha venido aquí a
recoger su recompensa… vos, Dama Jessica. Pero quiero demostrarle una cosa: que
en realidad no os desea.
—¿Estáis jugando conmigo, Barón? —preguntó Piter, y sonrió.
Viendo aquella sonrisa, Jessica se preguntó cómo el Barón no había saltado en
guardia para defenderse contra Piter. Luego rectificó. El Barón no podía leer aquella
sonrisa. No poseía el Adiestramiento.
—Bajo muchos aspectos, Piter es un ingenuo —dijo el Barón—. No quiere
admitirse a sí mismo la mortal criatura que sois vos, Dama Jessica. Me gustaría
mostrárselo, pero sería correr un riesgo estúpido. —El Barón sonrió a Piter, cuyo
rostro se había convertido en una máscara de espera—. Sé lo que Piter quiere
realmente. Piter quiere el poder.
—Me prometisteis que la tendría a ella —dijo Piter. La voz de tenor había
perdido parte de su fría reserva.
Jessica captó las señales premonitorias en la voz del hombre y sintió un profundo
estremecimiento. ¿Cómo ha podido el Barón convertir a un Mentat en ese animal
despiadado?
—Te ofrezco una elección, Piter —dijo el Barón.
—¿Qué elección?
El Barón chasqueó sus gruesos dedos.
—Esa mujer y el exilio fuera del Imperio, o el ducado de los Atreides en Arrakis
para gobernarlo en mi nombre del modo que creas oportuno.
Jessica observó cómo los ojos de araña del Barón estudiaban a Piter.
—Aquí podrás ser Duque sin necesidad de poseer el título —dijo el Barón.
¿Entonces mi Leto está muerto?, se preguntó Jessica. En alguna parte de su
mente, muy profundo, se alzó un silencioso lamento.
El Barón tenía toda su atención concentrada en el Mentat.
—Compréndete a ti mismo, Piter. La quieres porque era la mujer de un Duque, el
símbolo de su poder… hermosa, útil, exquisitamente adiestrada para su papel. ¡Pero
todo un ducado, Piter! Esto es mucho mejor que un símbolo; es una realidad. Con él
podrás tener todas las mujeres que quieras… y más aún.
—¿No estáis jugando con Piter?
El Barón se volvió con aquella ligereza de bailarín que le daban los suspensores.
—¿Jugar? ¿Yo? Recuerda… he renunciado al chico. Has oído lo que ha dicho el
traidor acerca de su adiestramiento. Ambos son parecidos, madre e hijo…
mortalmente peligrosos. —El Barón sonrió—. Ahora debo irme. Te enviaré al
guardia que he reservado para este momento. Es completamente sordo. Sus órdenes
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