Page 182 - Dune
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son acompañarte durante el primer tramo de tu viaje hacia el exilio. Matará a esa
           mujer si se da cuenta de que te está controlando. No te permitirá quitarle la mordaza
           hasta que estéis muy lejos de Arrakis. Si eliges no irte… entonces tiene otras órdenes.

               —No os vayáis —dijo Piter—. Ya he elegido.
               —¡Ajá! —cloqueó el Barón—. Una decisión tan rápida sólo puede significar una
           cosa.

               —Tomaré el ducado —dijo Piter.
               Y  Jessica  pensó:  ¿No  se  da  cuenta  Piter  de  que  el  Barón  le  está  mintiendo?
           Pero… ¿cómo puede darse cuenta? Es tan sólo un Mentat degenerado.

               El Barón fijó su mirada en Jessica.
               —¿No  es  maravilloso  que  conozca  tan  bien  a  Piter?  Había  apostado  con  mi
           Maestro de Armas a que ésta sería la elección de Piter. ¡Ah! Bien, ahora debo irme.

           Esto es mucho mejor. Sí, mucho mejor. ¿Comprendéis, Dama Jessica? No os guardo
           ningún  rencor.  Es  una  necesidad.  Es  mucho  mejor  así.  Sí.  Y  yo  no  he  ordenado

           realmente  que  seáis  destruida.  Cuando  alguien  me  pregunte  qué  es  lo  que  os  ha
           ocurrido, podré alzarme de hombros con toda sinceridad.
               —¿Así que me dejáis a mí esta tarea? —preguntó Piter.
               —La guardia que os enviaré cumplirá tus órdenes —dijo el Barón—. Sea lo que

           sea lo que decidas, la elección es tuya. —Miró a Piter—. Sí. Yo no mancharé mis
           manos de sangre. Será tu decisión. Sí. No quiero saber nada de ello. Esperarás a que

           me haya ido para hacer lo que hayas decidido. Sí. Bien… ah, sí. Sí. Bien.
               Teme las preguntas de una Decidora de Verdad, pensó Jessica. ¿Quién? ¡Oh, la
           Reverenda Madre Gaius Helen, por supuesto! Si él sabe que deberá responder a sus
           preguntas, entonces incluso el Emperador está mezclado en todo esto. Oh, mi pobre

           Leto.
               Con  una  última  mirada  a  Jessica,  el  Barón  se  volvió  y  salió  por  la  puerta.

           Siguiendo su marcha con los ojos, ella pensó: Es tal como me previno la Reverenda
           Madre… un adversario demasiado poderoso.
               Dos  soldados  Harkonnen  entraron.  Otro,  cuyo  rostro  era  una  máscara  de
           cicatrices, se inmovilizó en el umbral, empuñando una pistola láser.

               El sordo, pensó Jessica, estudiando las cicatrices de aquel rostro. El Barón sabe
           que contra cualquier otro hombre yo podría utilizar la Voz.

               Caracortada miró a Piter.
               —Tenemos al muchacho en una litera ahí fuera. ¿Cuáles son vuestras órdenes?
               Piter se dirigió a Jessica:

               —Había pensado ataros a mí con una amenaza sobre vuestro hijo, pero empiezo a
           ver que no hubiera funcionado. He consentido que las emociones ofusquen la razón.
           Mala política para un Mentat. —Miró primero a los dos soldados, volviéndose luego

           hacia el sordo para que pudiera leer en sus labios—: llevadlos al desierto, tal como




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