Page 179 - Dune
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                                  Debería existir una ciencia del descontento. La gente necesita tiempos difíciles y de
                                  opresión para desarrollar sus músculos físicos.

                                                        De Frases escogidas de Muad’Dib, por la PRINCESA IRULAN



           Jessica se despertó en la oscuridad, con una vaga premonición en el silencio que la

           rodeaba. No comprendía por qué su mente y su cuerpo estaban tan entumecidos. Su
           piel se estremeció ante el miedo que corría a lo largo de sus nervios. Pensó que tenía
           que sentarse y encender la luz, pero algo frenaba esta decisión. En su boca había un

           sabor… extraño.
               ¡Dump-dump-dump-dump!
               Había un sonido apagado, procedente de algún lugar en la oscuridad.

               Hubo un momento de espera que pareció eterno, con roces y movimientos.
               Comenzó a percibir su cuerpo, la presión de unas ligaduras contra sus tobillos y
           sus  muñecas,  una  mordaza  en  su  boca.  Estaba  tendida  sobre  un  costado,  con  las

           manos  a  su  espalda.  Probó  las  ligaduras,  dándose  cuenta  de  que  eran  fibras  de
           krimskell, que se apretarían cada vez más a medida que intentara tirar de ellas.
               Y entonces recordó.

               Había habido un movimiento en la oscuridad de su dormitorio, algo húmedo y
           acre  se  había  aplastado  contra  su  rostro,  oprimiéndole  la  boca,  y  había  intentado
           apartarlo  con  las  manos.  Había  jadeado,  sintiendo  el  narcótico  a  la  primera

           inspiración. Había perdido la consciencia, hundiéndose en un negro abismo de terror.
               Ha ocurrido, pensó. Cuán simple ha sido vencer a una Bene Gesserit. Ha bastado

           la traición. Hawat tenía razón.
               Se esforzó en no tirar de sus ligaduras.
               Este no es mi dormitorio, pensó. Me han llevado a algún otro lugar.
               Lentamente, recobró la calma.

               Tomó  consciencia  del  olor  de  su  propio  sudor,  mezclado  con  la  emanación
           química del miedo.

               ¿Dónde está Paul?, se preguntó. Mi hijo… ¿qué le han hecho?
               Cálmate.
               Se esforzó en calmarse, usando las antiguas enseñanzas.
               ¿Leto? ¿Dónde estás, Leto?

               Observó  una  disminución  en  la  oscuridad.  Primero  hubo  sombras.  Las
           dimensiones se separaron, aparecieron otras tantas agujas de percepción. Blanco. Una

           línea bajo la puerta.
               Estoy en el suelo.
               Gente andando. Sintió sus vibraciones en el suelo.




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