Page 174 - Dune
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                                  ¿Luchar contra los sueños?
                                  ¿Batirse contra las sombras?
                                  ¿Caminar en las tinieblas de un sueño?
                                  El tiempo ya ha pasado.
                                  La vida os ha sido robada.
                                  Perdida entre fruslerías,
                                  víctima de vuestra locura.

                                          Responso por Jamis en la Llanura Funeral, de Canciones de Muad’Dib, por la
                                                                                             PRINCESA IRULAN




           Leto,  en  un  salón  de  su  casa,  estudiaba  una  nota  a  la  luz  de  una  única  lámpara  a
           suspensor.  Faltaban  aún  algunas  horas  para  el  alba,  y  se  sentía  muy  cansado.  Un
           mensajero Fremen había entregado la nota a uno de los guardias del exterior poco

           antes de que el Duque regresara del puesto de mando.
               La nota decía: «Una columna de humo por el día, un pilar de fuego por la noche».
               No llevaba firma.

               ¿Qué es lo que quiere decir?, se preguntó.
               El mensajero se había ido inmediatamente, sin esperar ninguna respuesta y antes
           de que pudiera ser interrogado. Había desaparecido en la noche como una sombra de

           humo.
               Leto guardó el papel en un bolsillo de su túnica, pensando en mostrárselo más
           tarde a Hawat. Echó hacia atrás un mechón de cabellos de su frente, y suspiró. El

           efecto  de  las  píldoras  anti  fatiga  comenzaba  a  disiparse.  Habían  pasado  dos  días
           desde el banquete, y muchos más desde que había dormido por última vez.
               Además de los problemas militares, había aquella penosa discusión con Hawat, el

           informe de su entrevista con Jessica.
               ¿Debo  despertar  a  Jessica?,  pensó.  No  hay  ninguna  razón  para  jugar  a  los
           secretos con ella. ¿O sí?

               ¡Ese maldito y condenado Duncan Idaho!
               Agitó la cabeza. No,  Duncan  no.  Soy  yo  quien  se  equivocó  no  confiándome  a
           Jessica desde el primer momento. Debo hacerlo ahora, antes de que surjan nuevos

           daños.
               Esta decisión le hizo sentirse mejor, y se apresuró desde el salón a través del Gran

           Vestíbulo y a lo largo de los corredores hacia el ala ocupada por su familia.
               Se detuvo donde el corredor se bifurcaba hacia el área de servicio. Un extraño
           gemido  le  llegó  desde  algún  lugar  del  corredor  de  servicio.  Leto  apoyó  su  mano
           izquierda  en  el  conmutador  del  cinturón  escudo,  sujetando  su  kindjal  en  su  mano

           derecha. El cuchillo le dio una sensación de seguridad. Aquel extraño sonido le había
           hecho estremecer.



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