Page 172 - Dune
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monstruosa ceguera. Una persona para la cual sospechar es tan natural como respirar.
Que construye toda su vida en la insinuación y el misterio. —Tendió bruscamente su
mano derecha hacia él—. ¡Vos!
Hawat se levantó a medias de su silla.
—¡No os he dicho que os retirarais, Thufir! —restalló ella.
El viejo Mentat casi se dejó caer hacia atrás sobre su asiento, sintiendo que de
repente sus músculos le traicionaban.
Ella sonrió sin alegría.
—Ahora conocéis algo del verdadero adiestramiento que se nos da —dijo.
Hawat intentó deglutir sin conseguirlo. La intimación de Jessica había sido regia,
perentoria, restallando en un tono y una manera completamente irresistibles. Su
cuerpo había obedecido aún antes de que pudiera pensar en ello. Nada hubiera podido
impedir su reacción de respuesta, ni la lógica, ni el más apasionado furor… nada. Y
todo aquello recelaba en ella un conocimiento profundo, sensible, de la persona a la
que se había enfrentado, un control tan completo que jamás lo hubiera creído posible.
—Os dije antes que ambos deberíamos comprendernos —dijo ella—. En realidad
quería decir que vos deberíais comprenderme a mí. Porque yo ya os comprendo. Y
ahora os digo que vuestra fidelidad al Duque es la única garantía que tenéis para mí.
Él la miró, humedeciéndose los labios con la lengua.
—Si yo deseara un fantoche, el Duque se casaría inmediatamente conmigo —dijo
ella—. Incluso podría hacerle pensar que lo hacía por su propia voluntad.
Hawat inclinó la cabeza, mirándola con ojos entrecerrados. Sólo el más rígido
control le retenía de su deseo de llamar a la guardia. Control… y la sospecha de que
aquella mujer no se lo permitiría. Se estremeció ante el recuerdo de cómo le había
dominado. ¡En aquel instante de vacilación hubiera podido extraer un arma y matarle!
¿Es cierto entonces que cada ser humano es víctima de esta ceguera?, pensó. ¿Es
posible que cada uno de nosotros pueda ser manipulado de esta forma sin poder
resistirse? Esta idea le asombró. ¿Quién podría detener a una persona dotada de un
tal poder?
—Habéis entrevisto el puño bajo el guante Bene Gesserit —dijo ella—. Muy
pocos lo han entrevisto y han sobrevivido. Y lo que he hecho es algo relativamente
sencillo para nosotras. No habéis visto aún todo mi arsenal. Pensad en ello.
—¿Por qué no lo usáis para destruir a los enemigos del Duque? —preguntó él.
—¿Querríais realmente que los destruyera? —respondió ella con otra pregunta—.
¿Dando así una imagen debilitada de nuestro Duque, forzándole a depender para
siempre de mí?
—Pero, con tales poderes…
—Este poder es un arma de doble filo, Thufir —dijo ella—. Vos pensáis: «Qué
fácil sería para ella fabricarse un instrumento humano para hundirlo en las entrañas
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