Page 167 - Dune
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ser honestos el uno con el otro al menos en lo que respecta a esto?
—Como deseéis, mi Dama.
—Primero, responded a una pregunta —dijo ella—. ¿Sois ahora un agente
Harkonnen?
Hawat se levantó a medias de su asiento, con su rostro oscurecido por la ira.
—¿Osáis insultarme así? —preguntó.
—Sentaos —dijo ella—. Vos también me habéis insultado.
Lentamente, Hawat volvió a sentarse en el sillón.
Y Jessica, leyendo los signos en aquel rostro que tan bien conocía, sintió un
profundo alivio. No es Hawat.
—Ahora sé que aún seguís siendo fiel a mi Duque —dijo—. Ahora estoy
dispuesta a perdonaros esa afrenta.
—¿Hay algo que perdonar?
Jessica frunció las cejas, pensando: ¿Debo jugar mis cartas? ¿Debo hablarle de
la hija del Duque que llevo en mi seno desde hace unas semanas? No… ni siquiera
Leto lo sabe. Esto no haría más que complicarle la vida, distrayéndole en un
momento en que debe concentrarse para garantizar nuestra supervivencia. Todavía
queda tiempo para usar esto.
—Una Decidora de Verdad resolvería esto —dijo—, pero no disponemos aquí de
ninguna Decidora de Verdad cualificada por la Alta Junta.
—Como decís bien, no disponemos de ninguna Decidora de Verdad.
—¿Hay un traidor entre nosotros? —preguntó Jessica—. He estudiado a nuestra
gente con el mayor cuidado. ¿Quién puede ser? No Gurney. Ciertamente, tampoco
Duncan. Sus lugartenientes no están situados lo bastante estratégicamente como para
tomarlos en consideración. Tampoco sois vos, Thufir. No puede ser Paul. Sé que no
soy yo. ¿El doctor Yueh, entonces? ¿Tengo que llamarle y someterle a prueba?
—Sabéis que sería una acción inútil —dijo Hawat—. Está condicionado por el
Alto Colegio. Estoy seguro de esto.
—Sin mencionar que su esposa era una Bene Gesserit asesinada por los
Harkonnen —dijo Jessica.
—Así que era eso lo que le ocurrió —dijo Hawat.
—¿No habéis detectado el odio en su voz cuando pronuncia el nombre de los
Harkonnen?
—Sabéis que no poseo el oído —dijo Hawat.
—¿Qué es lo que os ha hecho sospechar de mí? —preguntó ella.
Hawat se removió en su asiento.
—Mi Dama coloca a su servidor en una posición imposible. Mi lealtad va ante
todo hacia el Duque.
—Estoy dispuesta a perdonar cosas a causa de esta lealtad —dijo ella.
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