Page 170 - Dune
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de vuestros problemas son conceptos que, en un sentido muy real, son proyectados
           fuera de vos mismo, y deben ser observados, estudiados, examinados desde todos los
           ángulos.

               —¿Pretendéis enseñarme mi trabajo? —preguntó el hombre, sin intentar ocultar
           el desdén en su voz.
               —Podéis  aplicar  vuestra  lógica  a  cualquier  cosa  que  esté  fuera  de  vos  —dijo

           Jessica—.  Pero  es  una  característica  humana  el  que  cuando  nos  enfrentamos  con
           nuestros  problemas  personales,  las  cosas  más  profundamente  íntimas  son  las  que
           mejor resisten el examen de nuestra lógica. Tendemos a buscar las causas a nuestro

           alrededor,  acusando  a  todo  y  a  todos,  salvo  la  cosa  bien  real  y  profundamente
           enraizada en nosotros que es nuestra auténtica finalidad.
               —Intentáis deliberadamente hacerme dudar de mis poderes de Mentat —dijo el

           hombre  con  voz  áspera—.  Si  descubriera  a  alguien  entre  los  nuestros  intentando
           sabotear  así  un  arma  cualquiera  de  nuestro  arsenal,  no  vacilaría  en  absoluto  en

           denunciarlo y destruirlo.
               —Los mejores Mentat conservan un saludable respeto hacia los factores de error
           en sus cálculos —dijo ella.
               —¡Yo nunca he dicho lo contrario!

               —Entonces, estudiad esos síntomas que ambos hemos observado: la embriaguez
           entre  nuestros  hombres,  las  disputas…  cómo  intercambian  vagos  rumores  sobre

           Arrakis, cómo ignoran los más simples…
               —Se  aburren,  eso  es  todo  —dijo  él—.  No  intentéis  distraer  mi  atención
           presentándome un simple hecho banal como algo misterioso.
               Ella  le  miró,  pensando  en  los  hombres  del  duque  que,  en  sus  barracones,

           rumiaban sus aflicciones hasta tal punto que la tensión llegaba hasta el castillo casi
           como un aislante quemado. Se están volviendo como los hombres de las leyendas pre-

           Cofradía,  pensó.  Como  los  hombres  de  aquel  perdido  explorador  estelar,
           Ampoliros…  enfermos  a  fuerza  de  sujetar  las  armas…  siempre  buscando,  siempre
           preparados y nunca dispuestos.
               —¿Por  qué  nunca  habéis  querido  usar  mis  habilidades  en  vuestro  servicio  al

           Duque?  —preguntó—.  ¿Temíais  que  fuera  un  rival  que  pusiera  en  peligro  vuestra
           posición?

               Hawat la miró torvamente, y sus viejos ojos llamearon.
               —Conozco  algo  del  adiestramiento  que  os  convierte  en…  —se  interrumpió,
           frunciendo el ceño.

               —Continuad, decidlo —animó ella—. En brujas Bene Gesserit.
               —Conozco algo del adiestramiento real que se os ha proporcionado —dijo él—.
           He podido ver como surgía en Paul. No me dejo engañar por lo que vuestras escuelas

           declaran en público, que existís tan sólo para servir.




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