Page 165 - Dune
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respiración. Pero aún así sintió que el fuego interior la abrasaba.
Siempre se llama a Idaho para la vigilancia de esas mujeres.
Miró a Yueh. El doctor bajó los ojos.
—¿Lo sabíais? —exigió.
—Yo… he oído rumores, mi Dama. Pero no quería añadir un nuevo peso a
vuestras preocupaciones.
—¡Hawat! —gritó—. ¡Quiero que Thufir Hawat sea conducido a mi presencia
inmediatamente!
—Pero, mi Dama…
Tiene que haber sido Hawat, pensó. Una tal sospecha no puede venir de nadie
más que de él, o de otro modo hubiera sido descartada.
Idaho inclinó su cabeza.
—Tenía que haber soltado to… toda esa maldita historia —murmuró.
Jessica miró bruscamente por un instante la taza que tenía en su mano, y
bruscamente arrojó su contenido al rostro de Idaho.
—Encerradlo en una de las habitaciones de huéspedes del ala este —ordenó—.
Haced que duerma la borrachera.
Los dos guardias la miraron con aire poco alegre. Uno de ellos aventuró:
—Quizá debiéramos llevarlo a algún otro lado, mi Dama. Podríamos…
—¡Es aquí donde se supone que debe estar! —cortó Jessica—. Su trabajo está
aquí —su voz rezumaba amargura—. Es muy eficiente vigilando a las mujeres.
El guardia tragó saliva.
—¿Sabe alguien dónde está el Duque? —preguntó ella.
—En el puesto de mando, mi Dama.
—¿Está Hawat con él?
—Hawat está en la ciudad, mi Dama.
—Quiero que me traigáis a Hawat inmediatamente —dijo Jessica—. Estaré en mi
sala de estar cuando llegue.
—Pero, mi Dama…
—Si es necesario, llamaré al Duque —dijo ella—. Pero espero que no sea
necesario. No quiero molestarle por una cosa así.
—Sí, mi Dama.
Jessica depositó la taza vacía en manos de Mapes, y su mirada tropezó con los
interrogadores ojos totalmente azules.
—Puedes volver a acostarte, Mapes.
—¿Estáis segura de que no me necesitáis?
Jessica sonrió agriamente.
—Estoy segura.
—Quizá todo pudiera esperar hasta mañana —dijo Yueh—. Puedo daros un
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