Page 314 - Dune
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de todas las criaturas enfrentadas a la muerte: alcanzar la inmortalidad a través de la
progenie. El impulso de la fertilidad de las especies siempre había triunfado en ellas.
Jessica miró a Stilgar y vio que estaba estudiándola, esperando. Una hija nacida
aquí de una mujer casada con un tal hombre… ¿cuál sería su destino?, se preguntó.
¿Intentaría obstaculizar las obligaciones a las cuales está sometida una Bene
Gesserit?
Stilgar carraspeó, revelando haber intuido la mayor parte de las preguntas que se
hacía ella mentalmente.
—Lo más importante en un jefe es lo que ha hecho de él un jefe: Las necesidades
de su pueblo. Si me enseñas tus poderes, llegará un día en que uno de los dos tendrá
que desafiar al otro. Preferiría otra alternativa.
—¿Acaso existen varias alternativas? —preguntó ella.
—La Sayyadina —dijo él—. Nuestra Reverenda Madre es vieja.
¡Su Reverenda Madre!
Antes de que pudiera replicar; él dijo:
—No me ofrezco necesariamente como compañero. No es nada personal, aunque
tú eres hermosa y deseable. Pero si te convirtieras en una de mis mujeres, esto podría
conducir a que algunos de mis hombres más jóvenes creyeran que me preocupo más
de los placeres de la carne que de las necesidades de la tribu. Incluso ahora están
mirándonos y escuchándonos.
Un hombre que medita sus decisiones y las consecuencias, pensó ella.
—Hay algunos, entre los jóvenes de mi tribu, que han alcanzado la edad de los
pensamientos salvajes —dijo él—. Han de ser guiados cautelosamente durante este
período. No debo darles ninguna razón válida para desafiarme. Porque entonces
tendré que matar o herir a algunos de ellos. Esta no es una forma razonable de actuar
para un jefe, si puede evitarla honorablemente. Un jefe, comprende, es lo que
diferencia a un pueblo de una turba. Mantiene el nivel de individualidad. Demasiada
poca individualidad, y el pueblo se convierte en una turba.
Sus palabras, la profundidad de su consciencia, el hecho de que hablara tanto para
ella como para los que escuchaban secretamente, obligaron a Jessica a revaluarle.
Tiene valía, pensó. ¿Dónde habrá aprendido este equilibrio interno?
—La ley que establece nuestro modo de elegir un jefe es una ley justa —dijo
Stilgar—. Pero a veces ocurre que esta justicia no es lo que el pueblo necesita en un
momento determinado. Actualmente, lo que más necesitamos es crecer y prosperar, a
fin de extender nuestras fuerzas por un territorio cada vez más amplio.
¿Cuáles son sus antepasados?, se preguntó ella. ¿Cómo se obtiene una tal raza?
—Stilgar —dijo—, te he subestimado.
—Eso sospechaba —dijo él.
—Aparentemente, cada uno de nosotros ha subestimado al otro —dijo ella.
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