Page 69 - Dune
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acusados, como la madurez emergiendo de la adolescencia.
               Concibió  los  rasgos  del  muchacho  como  la  refinada  destilación  de  un  proceso
           casual, una interminable hilera de coincidencias que convergían en un nexo. Sintió

           deseos de arrodillarse junto a la cama y apretarlo entre sus brazos, pero la presencia
           de Yueh se lo impidió. Retrocedió, y cerró suavemente la puerta.
               Yueh  había  vuelto  a  la  ventana,  incapaz  de  permanecer  junto  a  Jessica

           contemplando a su hijo. ¿Por qué Wanna no me dio hijos?, se dijo a sí mismo. Soy
           doctor, sé que no había ningún impedimento físico. ¿Acaso existe alguna explicación
           Bene Gesserit? ¿Es posible que estuviera destinada a algún otro fin? ¿Pero cuál?

           Ella me amaba, estoy seguro.
               Por primera vez se sintió presa del pensamiento de que tal vez él formaba parte de
           un  plan  mucho  más  vasto  y  complejo  de  lo  que  su  mente  fuera  nunca  capaz  de

           concebir.
               Jessica se detuvo a su lado, y dijo:

               —Qué delicioso abandono hay en el sueño de un niño.
               —Si  los  adultos  pudieran  relajarse  también  así…  —dijo  el  hombre
           maquinalmente.
               —Sí.

               —¿Dónde perdimos eso? —murmuró él.
               Ella le miró, captando algo extraño en su tono, pero su mente estaba dirigida a

           Paul, pensando en los nuevos rigores de su adiestramiento, pensando en lo distinta
           que sería su vida ahora… tan distinta a la vida que habían planeado para él.
               —Sí, perdemos algo —dijo.
               Miró afuera, hacia la derecha, viendo el agitarse gris verdoso de los arbustos bajo

           el soplo del viento… hojas polvorientas y ramas sarmentosas. El oscuro cielo colgaba
           sobre  el  declive  como  una  mancha,  y  la  lechosa  luz  del  sol  arrakeno  inundaba  la

           escena de reflejos plateados, como los del crys que guardaba en su seno.
               —El cielo es tan oscuro —murmuró.
               —Es debido en parte a la falta de humedad —dijo el hombre.
               —¡Agua! —exclamó ella—. ¡Hacia cualquier parte que se gire una, siempre se ve

           envuelta por esta falta de agua!
               —Este es el precioso misterio de Arrakis —dijo él.

               —¿Pero por qué hay tan poca? Las rocas aquí son volcánicas. Y podría citar otra
           docena de fuentes posibles. Hay el hielo de los polos. Dicen que es imposible horadar
           en el desierto, que las tormentas y las mareas de arena destruyen los equipos antes de

           que  terminen  de  instalarse,  si  no  son  devorados  antes  por  los  gusanos.  De  todos
           modos,  nunca  han  encontrado  agua  allí.  Pero  el  misterio,  Wellington,  el  auténtico
           misterio, son esos pozos excavados aquí en los sink y en las depresiones. ¿Habéis

           oído hablar de ellos?




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