Page 156 - e-book
P. 156
AUTOR Libro
Le miré perpleja y atónita.
Jacob había cambiado radicalmente en las últimas semanas, desde la última vez
que le vi. Lo primero de lo que me di cuenta fue de que se había rapado su hermosa
cabellera; había apurado mucho el corte, y ahora le cubría la cabeza una fina y
lustrosa capa de pelo que parecía satén negro. Las facciones del rostro le habían
cambiado de pronto, se mostraban duras y tensas, las de alguien de más edad. El
cuello y los hombros también eran diferentes, en cierto modo, más gruesos. Las
manos con las que aferraba el marco de la ventana parecían enormes, con los
tendones y las venas marcados debajo de la piel cobriza. Pero los cambios físicos eran
insignificantes...
... era su expresión la que le convertía en alguien casi irreconocible. La sonrisa
franca y amistosa había desaparecido, como la cabellera, y la calidez de sus ojos
oscuros había mudado en un rencor perturbador. Ahora existía una oscuridad en
Jacob. Había hecho implosión, como mi sol.
—¿Jacob? —susurré.
Se limitó a mirarme. Los ojos reflejaban tensión y enojo.
Comprendí que no estábamos solos. Los otros cuatro del grupo se hallaban
detrás de él. Todos eran altos y de piel cobriza, el pelo rapado casi al cero, como el de
Jacob. Podían haber pasado por hermanos, apenas lograba distinguir a Embry de
entre ellos. La sorprendente hostilidad de todos los ojos acentuaba aún más el
parecido.
Todos, salvo los de Sam, los del mayor, que les sacaba varios años. Él
permanecía al fondo con el rostro sereno y seguro. Tuve que tragarme el mal genio
que me estaba entrando, ya que me apetecía propinarle un buen porrazo. No, quería
hacer más que eso. Deseé ser temible y letal más que cualquier otra cosa en el
mundo, alguien a quien nadie se atreviera a importunar. Alguien capaz de ahuyentar
a Sam Uley.
Quise ser vampiro.
El deseo virulento me pilló desprevenida y me dejó sin aliento. Era el más
prohibido de los deseos —incluso aunque se debiera a una razón maligna como
aquélla, gozar de ventaja sobre el enemigo— por ser el más doloroso. Había perdido
ese futuro para siempre; en realidad, nunca lo había tenido en mis manos. Me erguí
para recuperar el control de mí misma mientras sentía un vacío doloroso en el pecho.
—¿Qué quieres? —inquirió Jacob. El resentimiento de sus facciones aumentó
cuando presenció el despliegue de emociones en mi rostro.
—Hablar contigo —contesté con un hilo de voz. Intenté concentrarme, pero
todo me seguía dando vueltas mientras me rebelaba contra la pérdida de mi sueño
tabú.
—Adelante —masculló entre dientes. Su mirada era despiadada. Nunca le
había visto mirar a alguien así, y menos a mí. Dolía con una sorprendente intensidad,
producía un sufrimiento físico que me traspasaba la mente.
—¡A solas! —siseé con voz más fuerte.
Volvió la vista atrás y supe adónde se dirigían sus ojos. Todos se volvieron a
- 156 -

