Page 159 - e-book
P. 159
AUTOR Libro
recorrió todo el cuerpo en la forma acostumbrada. El agujero de mi pecho me
desgarraba de dentro hacia fuera, pero había algo más, una música de fondo para el
caos de mis pensamientos. No podía creer que le hubiera oído bien. No había rastro
alguno de indecisión en el rostro de Jacob. Sólo furia.
Seguí con la boca abierta.
—Te dije que no querrías oírlo —señaló.
—No sé a quién te refieres —cuchicheé.
Enarcó una ceja con incredulidad.
—Lo sabes perfectamente. No me vas a obligar a decirlo, ¿verdad? No quiero
hacerte daño.
—No sé a quién te refieres —repetí de forma mecánica.
—A los Cullen —dijo lentamente, arrastrando las palabras y escrutando mi
rostro mientras las pronunciaba—. Lo he visto... Puedo ver lo que pasa por tus ojos
cuando digo sus nombres.
Sacudí la cabeza de un lado a otro negándolo con energía y tratando de
aclararme al mismo tiempo. ¿Cómo lo sabía? ¿Y qué relación guardaba todo aquello
con la secta de Sam? ¿Era una banda que odiaba a los vampiros? ¿Era ésa la premisa
de constitución de una asociación cuando los vampiros ya no vivían en Forks? ¿Por
qué iba a empezar a creer Jacob en aquellas historias precisamente ahora, cuando las
pruebas de la presencia de los Cullen habían desaparecido para siempre?
Necesité bastante tiempo hasta dar con la respuesta correcta.
—No me digas que ahora te crees las necias supersticiones de Billy —intenté
mofarme de forma poco convincente.
—Sabe más de lo que nunca le reconocí.
—Sé serio, Jacob.
Clavó en mí una mirada crítica.
—Dejando las supersticiones a un lado —añadí rápidamente—, aún no veo de
qué acusas a los Cullen —hice un gesto de dolor—. Se marcharon hace más de medio
año. ¿Cómo vas a culparles de lo que ahora haga Sam?
—Sam no está haciendo nada, Bella. Sé que se han ido, pero a veces las cosas se
ponen en movimiento y entonces es demasiado tarde.
—¿Qué se ha puesto en movimiento? ¿Para qué es demasiado tarde? ¿De qué
les estás echando la culpa?
De pronto, lo tuve delante mi rostro, con la ira ardiendo en sus ojos.
—De existir —masculló.
¡Cállate ya, Bella! No le presiones, me advirtió Edward al oído.
Me quedé atónita y trastornada al oír las palabras de aviso pronunciadas por la
voz de Edward una vez más, dado que yo ni siquiera estaba asustada.
Desde que su nombre había atravesado los muros tras los que le había
emparedado con tanto cuidado, había sido incapaz de volverlo a encerrar. Ahora no
dolía, no durante los preciados segundos en que oía su voz.
Jacob parecía que echaba chispas. Estaba plantado delante de mí y temblaba de
ira.
- 159 -

