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contesté con voz apagada.
Charlie me lanzó una mirada extraña.
—¿Quién te ha dicho eso?
—Jacob —determiné. Aunque no era exactamente cierto que él lo hubiera dicho,
seguía siendo verdad.
Charlie frunció el ceño.
—¿De verdad crees que pasa algo raro con el joven Uley?
—Yo sé que es así, aunque Jacob nunca me lo hubiera dicho —oí el goteo del
agua de mis ropas sobre el suelo y la salpicadura sobre el linóleo—. Voy a
cambiarme.
Charlie se hallaba sumido en sus pensamientos y respondió distraídamente:
—De acuerdo.
Estaba tan helada que decidí darme una ducha, pero el agua caliente no pareció
afectar a la temperatura de mi piel. Seguía congelada, así que al final desistí y cerré el
grifo. En el repentino silencio oí a Charlie hablar con alguien en el piso de abajo. Me
envolví en una toalla y entreabrí la puerta del baño.
Charlie estaba enojado.
—No me lo trago. Eso no tiene ni pies ni cabeza.
Luego se calló. Comprendí que estaba al teléfono. Al cabo de un minuto,
Charlie bramó de pronto:
—No culpes a Bella —pegué un salto. Habló en voz más baja y precavida
cuando añadió—: Mi hija dejó claro todo el tiempo que ella y Jacob sólo eran
amigos... Bueno, si es así, ¿por qué no me lo dijiste al principio? No, Billy, creo que
ella tiene razón en esto... ¿Por qué? Porque la conozco, y si ella dice que antes Jacob
estaba asustado... —le interrumpieron a mitad de frase, y cuando volvió a tomar la
palabra casi estaba gritando de nuevo—: ¡¿Qué quieres decir con eso de que no
conozco a mi hija tan bien como creo?! —permaneció a la escucha durante un
instante y luego respondió en voz tan baja que apenas la logré oír—: Si piensas que
voy a recordarle eso, vas listo. Apenas ha empezado a recuperarse, y creo que sobre
todo gracias a Jacob. Si cualquier cosa que tu hijo haya hecho con el tal Sam la sume
de nuevo en la depresión, entonces, Jacob va a tener que responder ante mí. Eres mi
amigo, Billy, pero esto está perjudicando a mi familia.
Hubo otro silencio mientras Billy respondía.
—Tienes razón... Estos chicos se han pasado de la raya y voy a ver qué
averiguo. Mantendremos los ojos bien abiertos, de eso puedes estar seguro.
Ahora no hablaba Charlie, sino el jefe de policía Swan.
—Bien. Vale. Adiós.
Colgó el auricular de un golpe.
Rápidamente, atravesé el pasillo de puntillas para meterme en mi cuarto.
Charlie estaba refunfuñando airadamente en la cocina.
De modo que Billy iba a echarme la culpa de haber engatusado a Jacob hasta
que éste, al fin, se había hartado de mí.
Resultaba extraño, ya que eso era lo que yo misma había temido, pero después
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