Page 160 - e-book
P. 160

AUTOR                                                                                               Libro
                     No comprendía el motivo por el que la falsa ilusión de Edward estaba de forma
               inesperada en mi mente. Jacob estaba lívido, pero era Jacob. No había adrenalina ni
               peligro.
                     Déjale calmarse, insistió la voz de Edward.
                     Sacudí la cabeza, confusa.
                     —Esto es ridículo —les contesté a ambos.
                     —Muy bien —contestó Jacob, que volvió a respirar hondo—. No voy a discutir
               contigo. De todos modos, no importa. El daño está hecho.
                     —¿Qué daño?
                     Permaneció impávido cuando le grité esas palabras a la cara.
                     —Regresemos. No hay nada más que decir.
                     Le miré boquiabierta.
                     —¡Queda todo por decir, aún no me has contado nada!
                     Me dejó atrás y empezó a andar dando grandes zancadas de vuelta a la casa.
                     —Hoy me he encontrado con Quil —grité a sus espaldas.
                     Se detuvo en la mitad de un paso, pero no se volvió.
                     —¿Recuerdas a tu amigo Quil? Sí, está aterrado.
                     Jacob se volvió para encararme con expresión apenada.
                     —Quil —fue todo lo que dijo.
                     —También se preocupa por ti. Está alucinado.
                     Jacob miró fijamente más allá de mi persona con ojos de desesperación. Le
               aguijoneé un poco más.
                     —Tiene miedo de ser el siguiente.

                     Jacob se agarró a un árbol para apoyarse. Su rostro se había tornado en una
               extraña sombra verde debajo de la tez cobriza.
                     —No lo va a ser —murmuró Jacob para sí mismo—. No puede serlo. Esto ha
               terminado. Esto ni siquiera debería de estar sucediendo. ¿Por qué? ¿Por qué?
                     Estampó el puño contra el árbol. No era un árbol grande, sino de tronco fino y
               poco más de medio metro más alto que Jacob, pero aun así, me sorprendí cuando el
               tronco cedió y se desgajó estrepitosamente bajo su golpe.
                     Jacob contempló el tronco repentinamente tronchado con sorpresa que pronto
               se transformó en pánico.
                     —Debo volver —dio media vuelta y comenzó a alejarse sin decir palabra con tal
               rapidez que tuve que correr para darle alcance.
                     —¡Volver con Sam!
                     —Es una forma de verlo —lo dijo tal y como lo sentía. Siguió mascullando y se
               alejó.
                     Le perseguí de vuelta a mi coche.
                     —¡Espera! —le llamé mientras se dirigía a la casa.
                     Se volvió hacia mí con las manos temblorosas de nuevo.
                     —Vete a casa, Bella, ya no voy a poder salir contigo.
                     La ilógica y ridícula herida fue de una potencia increíble. Los ojos se me
               llenaron de lágrimas otra vez.




                                                                                                   - 160 -
   155   156   157   158   159   160   161   162   163   164   165