Page 175 - e-book
P. 175

AUTOR                                                                                               Libro
               cuanto antes para que me dijera que no había perdido del todo el juicio.
                     Me   vestí  con   las   primeras   ropas   limpias   que   encontré,   sin   molestarme   en
               comprobar si las llevaba o no a juego y bajé las escaleras de dos en dos. Estuve a
               punto de atropellar a Charlie cuando me deslizaba por el vestíbulo, directa hacia la
               puerta.
                     —¿Adónde vas? —me preguntó, tan sorprendido de verme como yo a él—.
               ¿Sabes qué hora es?
                     —Sí. He de ver a Jacob.
                     —Creí que el asunto de Sam...
                     —Eso no importa. Debo hablar con él de inmediato.
                     —Es muy temprano —torció el gesto al ver que mi expresión no cambiaba—.
               ¿No quieres desayunar?
                     —No tengo hambre —la frase salió disparada de entre mis labios. Mi padre
               bloqueaba el camino hacia la salida. Sopesé la posibilidad de eludirle y echarle una
               carrera, pero  sabía  que tendría  que explicárselo  después—.  Volveré  pronto,  ¿de
               acuerdo?
                     Charlie frunció el ceño.
                     —¿Vas directamente a casa de Jacob, verdad? ¿Sin paradas en el camino?
                     —Por supuesto, ¿dónde iba a detenerme? —contesté atropelladamente a causa
               de la prisa.
                     —No lo sé —admitió—. Es sólo que... Bueno, los lobos han protagonizado otro
               ataque. Ha sido cerca del balneario, junto a las fuentes termales. En esta ocasión hay
               un testigo. La víctima se hallaba a diez metros del camino cuando desapareció. La

               esposa vio a un enorme lobo gris a los pocos minutos, mientras le estaba buscando, y
               corrió en busca de ayuda.
                     El estómago me dio un vuelco como en el descenso de una montaña rusa.
                     —¿Le atacó un lobo?
                     —No hay rastro de él, sólo un poco de sangre de nuevo —el rostro de Charlie
               parecía apenado—. Los guardias forestales patrullan armados y están reclutando
               voluntarios con escopetas. Hay un montón de cazadores deseosos de participar. Se va
               a ofrecer una recompensa por las pieles de lobo. Eso significa que va a haber muchas
               armas   ahí   fuera,   en   el   bosque,   y   eso   me  preocupa   —sacudió   la   cabeza—.   Los
               accidentes se producen cuando la gente se pone nerviosa.
                     —¿Vais a disparar a los lobos? —mi voz subió unas tres octavas.
                     —¿Qué   otra   cosa   podemos   a   hacer?   ¿Qué   ocurre?   —preguntó   mientras
               escrutaba mi rostro con una mirada tensa—. No te  convertirás en una ecologista
               fanática y te pondrás en mi contra, ¿verdad?
                     No logré responderle. Hubiera metido la cabeza entre las rodillas si él no
               hubiera estado observándome. Me había olvidado de los montañeros desaparecidos
               y   de   los   rastros   de   zarpas   ensangrentadas...   En   un   primer   momento   no   había
               relacionado esos acontecimientos.
                     —Escucha, cielo, no dejes que eso te asuste. Limítate a permanecer en el pueblo
               o en la carretera... Sin paradas, ¿vale?




                                                                                                   - 175 -
   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179   180