Page 174 - e-book
P. 174

AUTOR                                                                                               Libro
               los lobos, bueno, no de los lobos en realidad, sino de los lobos que se convierten en hombres,
               como nuestros ancestros. Tú los llamarías licántropos.
                     —¿Tienen enemigos los hombres lobo?
                     —Sólo uno.
                     Tenía algo en la garganta que me estaba ahogando. Intenté tragarlo, pero se
               mantuvo inmóvil. Entonces traté de escupir la palabra.
                     —Hombre lobo —dije con voz entrecortada.
                     Sí, esa palabra era lo que se me había atragantado, lo que me impedía respirar.
                     El mundo entero se tambaleó hasta inclinarse hacia el lado equivocado de su
               eje.
                     ¿Qué clase de lugar era aquél? ¿Podía existir un mundo donde las antiguas
               leyendas vagaran por las fronteras de las ciudades pequeñas e insignificantes para
               enfrentarse a monstruos míticos? ¿Significaba eso que todos los cuentos de hadas
               imposibles tenían una base sólida y verdadera en ciertos sitios? ¿Había cordura y
               normalidad o todo era magia y cuentos de fantasmas?
                     Sostuve mi cabeza entre las manos en un intento de evitar que estallara.
                     Una vocecita mordaz preguntó en el fondo de mi mente dónde radicaba la
               diferencia. ¿Acaso no había aceptado la existencia de vampiros hacía mucho tiempo,
               y sin todos los ataques de histeria de esta ocasión?
                     Exactamente, quise replicar a la voz. ¿No tenía una persona de sobra con un sólo
               mito a lo largo de su vida?
                     Además, no hubo ni un momento en que Edward dejara de estar por encima de
               lo   ordinario.   No   supuso   una  gran   sorpresa   saber   lo   que  era,   porque   resultaba

               evidente que era algo.
                     Pero ¿Jacob? Jacob era sólo Jacob, ¿sólo eso? ¿Mi amigo Jacob? Jacob, el único
               humano con el que había sido capaz de relacionarme...
                     Y resulta que ni siquiera era un hombre.
                     Reprimí el deseo de volver a gritar.
                     ¿Qué decía eso sobre mí?
                     Conocía la respuesta a esa pregunta. Significaba que había algo intrínsecamente
               malo en mí, de lo contrario, ¿por qué iba a estar mi vida poblada de personajes
               salidos de las películas de terror? ¿Por qué otro motivo me iba a preocupar tanto por
               ellos,   hasta   el   punto   de   abrirme   profundos   agujeros   en   el   pecho   cuando   se
               marchaban para seguir con sus existencias de leyenda?
                     Todo daba vueltas y cambiaba en mi mente mientras intentaba reorganizar las
               cosas que antaño habían tenido un sentido para que ahora pudieran significar algo
               más.
                     No había ninguna secta. Jamás la hubo, ni tampoco una banda. No, era mucho
               peor que eso. Se trataba de una manada...
                     ...   una   manada   de   cinco   gigantescos   licántropos   de   alucine   con   diferentes
               tonalidades de pelaje que habían pasado junto a mí en la pradera de Edward.
                     De repente, me entró una prisa enorme. Eché una ojeada al reloj, era demasiado
               temprano, pero no me importaba. Debía ir a La Push ahora. Tenía que ver a Jacob




                                                                                                   - 174 -
   169   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179