Page 207 - e-book
P. 207

AUTOR                                                                                               Libro
                     —¿Por qué haces eso? —me preguntó. Tiró con suavidad del brazo que tenía
               apretado contra mi pecho, pero renunció al ver que no se soltaba. Yo ni siquiera me
               había dado cuenta de que había adoptado esa postura—. Siempre lo haces cuando te
               alteras. ¿Por qué?
                     —Me hace daño pensar en ellos —susurré—. Es como si no pudiera respirar...
               como si me rompiera en pedazos... —era extraño, pero ahora podía contarle muchas
               cosas a Jacob. Ya no había secretos entre nosotros.
                     Jacob me acarició el pelo.
                     —No pasa nada, Bella, no pasa nada. No volveré a sacar el tema más. Lo siento.
                     —Estoy bien —dije, tragando saliva—.Me pasa continuamente. No es culpa
               tuya.
                     —Somos una pareja muy complicada, ¿verdad? —dijo Jacob—. Ninguno de los
               dos es capaz de mantener la compostura cuando estamos juntos.
                     —Es patético —reconocí, aún sin aliento.
                     —Al menos, nos tenemos el uno al otro —dijo él. Resultaba evidente que el
               pensamiento le reconfortaba.
                     A mí también.
                     —Sí, al menos nos tenemos —dije.
                     Todo iba bien cuando estábamos juntos, pero Jacob se sentía obligado a llevar a
               cabo   aquel   trabajo   horrible   y   peligroso,   por   lo   que   yo   estaba   sola   a   menudo,
               apalancada en La Push por mi propia seguridad, sin nada que hacer para distraer la
               mente de otras preocupaciones.
                     Me sentía un estorbo, siempre ocupando espacio en casa de Billy. A ratos

               estudiaba   para   el   examen   de   Cálculo   de   la   semana   siguiente,   pero   no   podía
               concentrarme demasiado tiempo en las matemáticas. Cuando no tenía a mano algo
               que hacer, sentía que debía entablar conversación con Billy. Ya se sabe, la presión de
               las normas sociales. Pero él no era muy dado a rellenar los silencios prolongados, por
               lo que se agudizaba la sensación de ser un estorbo.
                     Probé a pasarme por casa de Emily el miércoles por la tarde, para variar. Al
               principio fue muy agradable. Emily era una persona alegre y activa que nunca se
               sentaba y que siempre estaba haciendo algo. Yo la seguía mientras se dedicaba a
               revolotear por la casita y por el patio para barrer el suelo inmaculado, arrancar malas
               hierbas, arreglar una bisagra rota o trenzar lana en un antiguo telar; y además,
               siempre estaba cocinando. Se quejaba de vez en cuando de que aquellas carreras
               extra despertaban aún más el apetito de los chicos, pero se veía que no le importaba
               cuidarlos. Resultaba fácil estar con ella: al fin y al cabo, ahora las dos éramos chicas
               lobo.
                     Pero Sam se pasó por su casa cuando llevaba allí unas horas. Sólo me quedé el
               tiempo justo para enterarme de  que Jacob  estaba bien y  de  que no había  más
               novedades; después, tuve que escapar. El aura de amor y satisfacción que les rodeaba
               era más difícil de soportar en dosis concentradas, cuando no había nadie alrededor
               de ellos para diluirla.
                     Así   que   sólo   me   quedaba   vagabundear   por   la   playa   y   recorrer   aquella




                                                                                                   - 207 -
   202   203   204   205   206   207   208   209   210   211   212