Page 205 - e-book
P. 205
AUTOR Libro
no puedo estar seguro de mí mismo, que a lo mejor no deberías estar cerca de mí,
que quizá nadie debería estar cerca de mí. Es como si fuera un monstruo capaz de
hacer daño a cualquiera. Ya has visto a Emily. Sam perdió los estribos tan sólo un
segundo... y resultó que ella estaba demasiado cerca. Ahora no hay nada que pueda
hacer para arreglarlo. He oído sus pensamientos y sé cómo se siente.
—¿Quién quiere ser un monstruo de pesadilla?
—Y además, está la facilidad con la que me transformo, mucho mejor que los
demás. ¿Me hace eso menos humano aún que Embry o que Sam? A veces, temo estar
perdiéndome a mí mismo.
—¿Es difícil volver a transformarte en ti mismo?
—Al principio lo es —respondió—. Se requiere cierta práctica para entrar y salir
de fase, pero a mí me resulta más sencillo que a los demás.
—¿Por qué?
—Porque Ephraim Black era mi bisabuelo por parte de padre y Quil Ateara por
parte de madre.
—¿Quil? —pregunté, sorprendida.
—Su bisabuelo —me aclaró Jacob—. El Quil al que conoces es primo segundo
mío.
—¿Qué tiene que ver quiénes fueran tus bisabuelos?
—Pues que Ephraim y Quil formaban parte de la última manada. El tercero era
Levi Uley. Así que lo llevo en la sangre por ambas partes. Nunca tuve la menor
oportunidad. Igual que Quil tampoco la tiene.
Su expresión era sombría.
—¿Y cuál es la parte buena? —le pregunté por animarle un poco.
—La parte buena —respondió, sonriendo de nuevo—, es la velocidad.
—¿Es mejor que ir en moto?
Jacob asintió con entusiasmo.
—No hay comparación.
—¿A qué velocidad puedes...?
—¿... correr? —Jacob completó mi frase—. Muy rápido. ¿Con qué puedo
medirlo? El otro día atrapamos a... ¿cómo se llamaba? ¿Laurent? Me imagino que
para ti eso significará más que para cualquier otra persona.
Sí que lo significaba. Yo no era capaz de imaginarme a los lobos corriendo más
rápido que un vampiro. Cuando los Cullen corrían, lo hacían a tal velocidad que
prácticamente se hacían invisibles.
—Ahora, cuéntame algo que yo no sepa —me dijo—. Algo sobre vampiros.
¿Cómo pudiste soportar estar con ellos? ¿No te ponían los pelos de punta?
—No —respondí con sequedad.
Mi tono le dejó pensativo durante unos instantes.
—Dime, ¿por qué tu chupasangre mató a ese tal James? —me preguntó de
repente.
—James intentaba matarme. Para él, era como un juego. Y perdió. ¿Te acuerdas
de la primavera pasada, cuando estuve en el hospital en Phoenix?
- 205 -

