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peligro de quedar reducida a astillas de un momento a otro. Devoraron en un tiempo
récord la enorme sartén de huevos que Emily había puesto en el centro. Ella comió
apoyada en la encimera, como yo, evitando el pandemónium de la mesa, mientras
observaba a los chicos con gesto de cariño. Su expresión afirmaba a las claras que
aquélla era su familia.
No era exactamente lo que habría esperado de una manada de licántropos.
Pasé el día en La Push, la mayor parte del tiempo en casa de Billy, que dejó un
mensaje en la comisaría y en el contestador de Charlie. Papá apareció a la hora de
cenar con dos pizzas. Por suerte trajo dos familiares, porque Jacob se zampó una él
sólo.
Charlie se pasó toda la noche mirándonos con gesto suspicaz, sobre todo a
Jacob, que estaba muy cambiado. Cuando le preguntó por el pelo, él se encogió de
hombros y le dijo que así estaba mucho más cómodo.
Sabía que en cuanto Charlie y yo nos fuéramos a casa, Jacob se dedicaría a
correr por los alrededores en forma de lobo como había hecho de manera
intermitente a lo largo del día. Él y sus hermanos de raza mantenían una vigilancia
constante y buscaban indicios del regreso de Victoria. Pero, puesto que la noche
anterior la habían ahuyentado de las fuentes termales —según Jacob, la habían
perseguido casi hasta Canadá—, ella no tenía más remedio que hacer otra incursión.
No albergaba la menor esperanza de que Victoria se limitara a renunciar. Yo no
tenía ese tipo de suerte.
Jacob se acercó al monovolumen después de cenar y se quedó junto a la
ventanilla, esperando a que Charlie se marchara primero con el coche patrulla.
—No pases miedo esta noche —me dijo mientras Charlie fingía tener problemas
con el cinturón de seguridad—. Estaremos ahí fuera, vigilando.
—No me preocuparé, al menos por mí —le prometí.
—No seas boba. Cazar vampiros es muy divertido. Es mejor parte de todo este
lío.
Yo sacudí la cabeza.
—Si yo soy boba, entonces tú eres un perturbado peligroso.
Jacob soltó una risita.
—Descansa un poco. Se te ve agotada.
—Lo intentaré.
Charlie tocó el claxon, impaciente.
—Hasta mañana —se despidió Jacob—. Ven en cuanto te levantes.
—Lo haré.
Charlie me siguió hasta casa en el coche patrulla. No presté demasiada atención
a sus luces en mi retrovisor. En vez de eso, me pregunté dónde andarían
merodeando Sam, Jared, Embry y Paul, y si Jacob se les habría unido ya.
Corrí hacia las escaleras en cuando llegamos a casa, pero Charlie vino detrás de
mí.
—¿Qué está pasando, Bella? —me preguntó antes de que pudiera escapar—.
Creía que Jacob formaba parte de una banda y que estabais peleados.
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