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AUTOR                                                                                               Libro
                     —Cuánto lo siento —murmuré.
                     Billy asintió.
                     —Va a ser muy duro para todos.
                     —¿Dónde está Charlie?
                     —Tu padre se ha quedado con Sue en el hospital. Hay una gran cantidad... de
               disposiciones que tomar.
                     Tragué con dificultad.
                     —Será   mejor   que   vuelva   allí   —murmuró   Sam   entre   dientes;   luego,   salió
               precipitadamente por la puerta.
                     Billy retiró su mano de la de Jacob y después atravesó la habitación en dirección
               a la cocina.
                     Jake le miró durante un minuto y después vino a sentarse en el suelo, a mi lado.
               Ocultó el rostro entre las manos. Le acaricié el hombro, deseando que se me ocurriera
               algo que pudiera decirle.
                     Después de un buen rato, Jacob me tomó la mano y la sostuvo contra su cara.
                     —¿Qué tal estás? ¿Te encuentras bien? Probablemente debería haberte llevado a
               un médico o algo así —suspiró.
                     —No te preocupes por mí —solté con voz ronca.
                     Giró el rostro para mirarme. Sus ojos estaban ribeteados de rojo.
                     —No tienes muy buen aspecto.
                     —Supongo que tampoco me encuentro demasiado bien.
                     —Iré a buscar tu coche para llevarte a casa; deberías estar allí cuando Charlie
               regrese.

                     —De acuerdo.
                     Me quedé tumbada, apática, en el sofá mientras le esperaba. Billy permanecía
               en silencio en la otra habitación. Me sentía como una mirona que escudriñaba una
               pena privada y ajena.
                     Jacob no necesitó mucho tiempo para traer mi coche. El rugido del motor
               rompió el silencio antes de lo esperado. Me ayudó a levantarme del sofá sin decir una
               palabra, manteniendo su brazo alrededor de mis hombros mientras el aire frío del
               exterior me hacía temblar. Se acomodó en el asiento del conductor sin preguntarme y
               a continuación me empujó hacia su lado para mantener su brazo apretado a mi
               alrededor. Dejé caer la cabeza sobre su pecho.
                     —¿Cómo vas a volver a casa? —le pregunté.
                     —Es  que  no   voy   a   volver.   Todavía   no   hemos   atrapado   a   la   chupasangre,
               ¿recuerdas?
                     El estremecimiento que sentí no tuvo nada que ver con el frío. Después fue un
               viaje tranquilo. El aire helado me había avivado. Me sentía alerta, con la mente
               trabajando deprisa y con intensidad.
                     ¿Qué pasaría? ¿Cuál era la opción acertada? Ahora era incapaz de concebir mi
               vida sin Jacob. Me encogía ante la idea de siquiera imaginarlo. De algún modo, él se
               había convertido en una parte esencial de mi supervivencia, pero dejar las cosas en
               su estado actual... eso era una crueldad, tal y como Mike me Había echado en cara.




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