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AUTOR                                                                                               Libro
                     Recordé mi viejo deseo de que Jacob fuera mi hermano. Me daba cuenta ahora
               de que lo que quería realmente era tener algún derecho sobre él. La manera en la que
               él me abrazaba no parecía muy fraternal. Simplemente era agradable, cálido, familiar
               y reconfortante. Seguro. Jacob era un puerto seguro.
                     Podía reclamar ese derecho, estaba realmente en mis manos.
                     Era consciente de que iba a tener que contárselo todo. No había otra forma de
               ser legal con él. Tendría que explicárselo bien para que supiera que yo no me estaba
               conformando, que le consideraba algo realmente bueno para mí. Él ya sabía que me
               sentía rota por dentro —esa parte no le sorprendería—, pero tenía que revelarle hasta
               qué punto era así, incluso habría de admitir mi locura y explicarle lo de las voces.
               Jake tendría que saberlo todo antes de tomar una decisión.
                     Sin embargo, aunque yo reconocía esa necesidad, también era consciente de que
               él querría estar conmigo a pesar de todo, ni siquiera se detendría a considerarlo.
                     Tendría que comprometerme, entregar todo lo que quedaba de mí, cada pedazo
               roto. Era la única manera de ser justa con él. ¿Lo haría? ¿Podría hacerlo?
                     ¿De verdad estaba tan mal que intentara hacer feliz a Jacob? Incluso si el amor
               que sentía por él no fuera más que un eco débil del que era capaz de sentir, aunque
               mi corazón se encontrara lejos y ausente, malherido por mi voluble Romeo, ¿tan
               malo era?
                     Jacob detuvo el coche enfrente de mi casa, que estaba a oscuras, y apagó el
               motor; de pronto, reinó el silencio. Como tantas otras veces, él parecía estar en
               consonancia con mis pensamientos de ese momento.
                     Me abrazó y me estrechó contra su pecho, envolviéndome con su cuerpo. De

               nuevo, esto me hizo sentir bien. Era casi como ser otra vez una persona completa.
                     Creí que pensaba en Harry, pero entonces habló y su tono de voz era de
               disculpa.
                     —Perdona. Sé que mis sentimientos y los tuyos no son los mismos, Bella, pero
               te juro que no importa. Me alegro tanto de que te encuentres bien que tengo ganas de
               cantar, y eso, desde luego, es algo que a nadie le gustaría escuchar.
                     Se rió con su risa gutural en mi oído.
                     Mi   respiración   pareció   lijar   las   paredes   de   mi   garganta   hasta   excavar   un
               agujero.
                     A pesar de su indiferencia y teniendo en cuenta las circunstancias, ¿no desearía
               Edward que yo fuera lo más feliz posible? ¿No le quedaría suficiente afecto como
               para querer esto para mí? Pensé que sería así. No, no me echaría en cara que
               concediera a mi amigo Jacob una pequeña parte del amor que él no quería. Después
               de todo, no era la misma clase de amor, en absoluto.
                     Jake presionó su mejilla cálida contra la parte superior de mi cabeza.
                     Sabía sin lugar a dudas qué sucedería si ladeaba el rostro y presionaba mis
               labios   contra   su   hombro   desnudo...   Sería   muy   fácil.   No   habría   necesidad   de
               explicaciones esta noche.
                     Pero ¿sería capaz de hacerlo? ¿Podría traicionar a mi amado ausente para salvar
               mi patética vida?




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