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AUTOR                                                                                               Libro
               ha quedado con ella... —el volumen de su voz iba y venía—. Esos pobres chicos. Leah
               es un año mayor que tú, y Seth sólo tiene catorce... —sacudió la cabeza.
                     Mantuvo sus brazos apretados estrechamente a mi alrededor aunque habíamos
               comenzado a andar hacia la puerta.
                     —Esto... Papá... —me figuré que sería mejor avisarle—. ¿A que no adivinas
               quién ha venido?
                     Me miró sin comprender. Su cabeza giró alrededor y descubrió el Mercedes al
               otro lado de la calle, ya que las luces del porche se reflejaban en la satinada pintura
               negra. Antes de que pudiera reaccionar, Alice estaba en la entrada.
                     —Hola, Charlie —dijo con voz apagada—. Siento haber llegado en un momento
               tan triste.
                     —¿Alice Cullen? —fijó la mirada en la figura esbelta que estaba de pie frente a
               él, como si dudara lo que sus ojos le decían—. ¿Alice, eres tú?
                     —Soy yo —confirmó ella—. Pasaba por aquí.
                     —¿Está Carlisle... ?
                     —No, he venido sola.
                     Tanto Alice como yo nos dimos cuenta de que él en realidad no preguntaba por
               Carlisle. Su brazo se apretó con más fuerza contra mi hombro.
                     —Se puede quedar, ¿no? —supliqué—. Ya se lo he pedido.
                     —Claro  —dijo   Charlie  mecánicamente—.  Estamos   encantados   de  que  estés
               aquí, Alice.
                     —Muchas gracias, Charlie. Sé que es un momento de lo más inapropiado.
                     —No, en realidad, es lo mejor. Voy a estar muy ocupado haciendo lo que pueda

               por la familia de Harry; será estupendo para Bella tener a alguien que le haga
               compañía.
                     —Te he puesto la cena en la mesa, papá —le dije.
                     —Gracias, Bella.
                     Me dio otro apretón antes de dirigirse hacia la cocina.
                     Alice regresó al sofá y yo la seguí. Esta vez fue ella la que me atrajo hacia su
               hombro.
                     —Pareces cansada.
                     —Sí —admití y me encogí de hombros—. Las experiencias cercanas a la muerte
               me ponen en este estado. Oye, ¿y que pensará Carlisle de que estés aquí?
                     —No lo sabe. Esme y él están de caza. Sabré algo de él dentro de unos días,
               cuando regrese.
                     —Pero ¿no se lo dirás, no... cuando él vuelva? —le pregunté. Ella sabía que no
               me estaba refiriendo a Carlisle de nuevo.
                     —No. Me arrancaría la cabeza —dijo Alice con tristeza.
                     Solté una carcajada y luego suspiré.
                     No quería dormir, prefería quedarme levantada toda la noche hablando con
               Alice. No tenía sentido que estuviera cansada después de haberme pasado buena
               parte del día tirada en el sofá de Jacob, pero la experiencia del ahogo me había
               dejado realmente exhausta y era incapaz de tener los ojos abiertos. Descansé mi




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