Page 238 - e-book
P. 238
AUTOR Libro
Ella sonrió y sacudió la cabeza.
—Todavía es temprano.
Todo el tiempo que había pasado en La Push había hecho que abandonara un
montón de tareas en casa y decidí ponerme manos a la obra. Quería hacer algo que le
facilitara las cosas a Charlie; quizás lograra que se sintiera mejor si regresaba a una
casa que estaba limpia y en orden. Empecé con el baño, que era lo que mostraba más
señales de abandono.
Mientras trabajaba, Alice se apoyó contra la jamba de la puerta y me hizo
preguntas desenfadadas sobre mis, bueno, «nuestros» compañeros del instituto y de
las cosas que habían pasado desde su ausencia. Su rostro mostraba una expresión
despreocupada y carente de emoción, pero sentí su desaprobación cuando se dio
cuenta de lo poco que podía contarle. O quizás la que hablaba era mi conciencia
culpable después de haber estado escuchando a hurtadillas su conversación con
Charlie en la mañana del día anterior.
Estaba sumergida en detergente hasta los codos y restregaba el fondo de la
bañera cuando sonó el timbre de la puerta.
Miré rápidamente a Alice. Su expresión era de perplejidad y cierta
preocupación, lo que era extraño; nada tomaba a Alice por sorpresa.
—¡Ya voy! —grité en dirección a la puerta principal al tiempo que me levantaba
y me dirigía a toda prisa al lavabo para enjuagarme los brazos.
—Bella —dijo Alice con cierto rastro de frustración en su voz—. Tengo una
sospecha bastante certera sobre quién puede ser y creo que es mejor que me marche.
—¿Sospecha? —repetí. ¿Desde cuando Alice tenía que sospechar algo?
—Si es una repetición del mayúsculo fallo de mi visión de ayer, entonces, lo
más probable es que sea Jacob o uno de sus... amigos.
La miré fijamente mientras intentaba sacar conclusiones.
—¿No puedes ver a los hombres lobo?
Ella torció el gesto.
—Eso parece.
Estaba evidentemente irritada por este hecho, muy irritada. El timbre sonó otra
vez, dos veces, con rapidez e impaciencia.
—No tienes que irte a ninguna parte, Alice. Tú estabas aquí primero.
Rió con su risita plateada, aunque esta vez tenía un matiz oscuro.
—Confía en mí. Dudo que sea buena idea reunimos a mí y a Jacob Black en la
misma habitación.
Me besó la mejilla velozmente antes de desvanecerse por la puerta del cuarto de
Charlie y a través de su ventana trasera, sin duda.
El timbre sonó de nuevo.
- 238 -

