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cabeza en su hombro pétreo y me dejé ir hacia una paz y un olvido que nunca
hubiera esperado conseguir.
Me desperté temprano, después de un sueño profundo y sin pesadillas,
sintiéndome descansada pero con los músculos agarrotados. Estaba en el sofá,
arropada bajo las mantas que había preparado para Alice, desde donde podía
escucharla hablando con Charlie en la cocina. Parecía que él le había preparado el
desayuno.
—Dime, Charlie, ¿ha sido muy malo? —preguntó Alice con voz queda; al
principio pensé que se estaban refiriendo a los Clearwater.
Charlie suspiró.
—Ha sido espantoso.
—Cuéntamelo. Quiero saber exactamente qué ocurrió después de que nos
marchásemos.
Hubo una pausa mientras se cerraba la puerta de una alacena y se apagaba un
botón de la cocina. Esperé, muerta de vergüenza. Charlie comenzó a hablar muy
despacio:
—Nunca me había sentido tan impotente. No sabía qué hacer. Hubo un
momento durante aquella primera semana en que temí que sería necesario
hospitalizarla.
»No comía ni bebía ni se movía. El doctor Gerandy andaba por aquí
mencionando palabras como «catatonia», aunque no le dejé acercarse. Me daba
miedo que la asustara.
—Pero ¿terminó saliendo de esa situación?
—Hice venir a Renée para que se la llevara a Florida. Era sólo porque yo no
quería ser el que... por si Bella tenía que ir a un hospital o algo así. Albergaba la
esperanza de que estar con su madre la ayudara, pero ¡cómo se revolvió cuando
empezamos a empaquetar sus ropas! Nunca la había visto con un ataque como ése.
Ni siquiera es una persona a la que le den berrinches, pero hija, ese día se puso hecha
una fiera. Arrojó sus vestidos por todas partes y gritó que no podíamos obligarla a
marcharse, y al final rompió a llorar. Pensé que sería un punto de inflexión, así que
no discutí cuando insistió en quedarse aquí y al principio dio la impresión de que se
recuperaba...
La voz de Charlie se desvaneció. Era duro escucharle contar eso, saber la pena
que le había causado.
—Pero...—le apuntó Alice.
—Volvió a la escuela y al trabajo; comía, dormía, hacía las tareas y contestaba
cuando alguien le preguntaba algo, pero estaba... vacía. Tenía los ojos inexpresivos.
Había un montón de detalles pequeños, como, por ejemplo, que no volvió a escuchar
música. Encontré un montón de discos rotos en la basura. No leía y nunca
permanecía en la misma habitación donde hubiera una tele encendida, aunque lo
cierto es que hasta entonces tampoco le había gustado mucho. Finalmente comprendí
que ella evitaba todo aquello que le pudiera recordar a... él.
»Hablábamos poco, ya que temía decir algo que le molestara, se estremecía por
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