Page 237 - e-book
P. 237

AUTOR                                                                                               Libro
               universidad   de   Cornell.   Esme   estaba   restaurando   una   casa   del   siglo  XVII,  un
               monumento histórico situado en un bosque al norte de la ciudad. Emmett y Rosalie
               se habían ido a Europa unos cuantos meses en otra luna de miel, pero ya estaban de
               vuelta. Jasper también estaba en Cornell, esta vez para estudiar Filosofía. Y Alice
               había   estado   efectuando   algunas   investigaciones   personales   referentes   a   la
               información que yo había descubierto de forma casual la pasada primavera. Había
               conseguido identificar con éxito el manicomio donde había pasado los últimos años
               de su existencia humana. Una vida de la que ella no tenía recuerdos.
                     —Mi nombre era Mary Alice Brandon —me contó con voz serena—. Tenía una
               hermana pequeña que se llamaba Cynthia. Su hija, mi sobrina, todavía vive en Biloxi.
                     —¿Has conseguido averiguar por qué te llevaron... a ese lugar? ¿Qué llevaría a
               unos padres a ese extremo? Incluso aunque su hija tuviera visiones del futuro...
                     Se limitó a sacudir la cabeza con mirada pensativa.
                     —No   he   conseguido   averiguar   demasiado   sobre   ellos.   Repasé   todos   los
               periódicos viejos microfilmados que hallé. Se mencionaba muy poco a mi familia, ya
               que ninguno pertenecíamos al círculo social del que suele hablar la prensa. Estaba
               anunciado el compromiso de mis padres y el de Cynthia —el nombre salía de su boca
               algo vacilante—. Se notificaba mi nacimiento. .. y mi muerte. Encontré mi tumba, y
               también hallé mi hoja de admisión en los viejos archivos del manicomio. La fecha de
               la admisión y la de mi lápida coinciden.
                     No sabía qué decir y, después de una corta pausa, Alice cambió el rumbo de la
               conversación y habló de temas más superficiales.
                     Los Cullen estaban todos juntos de nuevo, salvo esa única excepción, para pasar

               en Denali —con Tanya y su familia— las vacaciones de Pascua que les concedían en
               Cornell. Escuché con demasiada avidez incluso las noticias más triviales. Ella nunca
               mencionó a aquel en quien yo tenía más interés y se lo agradecí en el alma. Bastaba
               con escuchar las historias de la familia a la que una vez soñé pertenecer.
                     Charlie no regresó hasta después del crepúsculo y parecía más extenuado que
               la noche anterior. Iba a volver a la reserva a primera hora de la mañana para el
               funeral de Harry, por lo que se acostó pronto. Yo me quedé otra vez con Alice en el
               sofá.




                     Charlie casi parecía un extraño cuando bajó las escaleras antes de que se hiciera
               de día, vistiendo un traje viejo que yo nunca le había visto con anterioridad. La
               chaqueta le colgaba abierta; supuse que le estaba demasiado estrecha para poder
               abrocharse los botones. La corbata era un poco más ancha de lo que se llevaba ahora.
               Caminó de puntillas hasta la puerta en un intento de no despertarnos. Le dejé
               marchar, fingiéndome dormida, y Alice, tendida en el sillón abatible, hizo lo mismo...
                     ... pero se  sentó  en  cuanto  él salió  por   la  puerta. Bajo  el edredón,  estaba
               completamente vestida.
                     —Bueno, ¿y qué vamos a hacer hoy? —me preguntó.
                     —No lo sé. ¿Ves que vaya a suceder algo interesante?




                                                                                                   - 237 -
   232   233   234   235   236   237   238   239   240   241   242