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pensaban que iba a dejar que le sucediera algo malo a Jacob?
Él se quedó detrás de mí en el vestíbulo sin dejar de mirar el lío de mantas del
salón.
—¿Qué? ¿Una fiesta de pijamas? —inquirió con sarcasmo.
—Sí —repliqué con el mismo tono de acidez. No me gustaba nada Jacob cuando
se comportaba de esa manera—. ¿Qué se te ofrece?
Volvió a arrugar la nariz como si oliera algo desagradable.
—¿Dónde está tu «amiga»? —pude oír el entrecomillado de la palabra en la
inflexión de su voz.
—Tenía que hacer algunos recados. Bueno, Jacob, ¿qué quieres?
Había algo en la estancia que le ponía los nervios a flor de piel. Los brazos le
temblaban. No respondió a mi pregunta, sino que se desplazó a la cocina lanzando
con impaciencia miradas en todas las direcciones.
Le seguí. Paseaba arriba y abajo junto a la pequeña encimera.
—Eh —le dije al tiempo que me interponía en su camino. Detuvo sus pasos y
fijó en mí su mirada—. ¿Qué te ocurre?
—Me disgusta tener que venir aquí.
Aquello me hirió profundamente. Me estremecí y él entrecerró los ojos.
—En tal caso, lamento que hayas tenido que hacerlo —musité—. ¿Por qué no
me dices ya lo que necesitas? De ese modo podrás marcharte.
—Sólo quería hacerte un par de preguntas. No te llevará mucho tiempo.
Debemos volver al funeral.
—De acuerdo, terminemos con esto.
Probablemente me estaba comportando con demasiada agresividad, pero no
quería que viera cuánto daño me hacía. No me había portado bien, cierto, y después
de todo, hacía dos noches había preferido a la chupasangre en vez de a él. Yo le había
herido primero.
Respiró hondo y de pronto los dedos temblorosos se quedaron quietos. Su
rostro se sosegó hasta convertirse en una máscara serena.
—Un miembro de la familia Cullen ha estado aquí contigo —expuso.
—Sí, Alice Cullen.
Asintió con gesto pensativo.
—¿Cuánto tiempo va a quedarse?
—Todo el que quiera —repliqué, todavía con tono beligerante—. Puede venir
cuando le plazca.
—¿Crees...? ¿Podrías explicarle lo de la otra, lo de Victoria, por favor?
Palidecí.
—Ya la he informado.
El asintió.
—Has de saber que mientras los Cullen estén en este lugar, sólo podemos
vigilar nuestras tierras. El único sitio donde tú estarías a salvo sería en La Push. Aquí
ya no puedo protegerte.
—De acuerdo —contesté con un hilo de voz.
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