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AUTOR                                                                                               Libro
               pasajeros me esperaba abierta. Arrojé la mochila por encima del reposacabezas y me
               deslicé dentro; al hacerlo, cerré de un portazo.
                     Me di la vuelta y grité:
                     —¡Cuida de Charlie!
                     Pero ya no se veía a Jacob por ninguna parte. Mientras Alice pisaba fuerte el
               acelerador y girábamos para ponernos de frente a la carretera —el aullido de las
               llantas se asemejaba mucho al de los gritos humanos—, atisbé un jirón blanco cerca
               de la primera línea de árboles del bosque. Era una zapatilla.











































































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