Page 309 - e-book
P. 309

AUTOR                                                                                               Libro
               que yo llegaría algún día a cumplir los treinta era porque no podía estar planeando
               quedarse   demasiado   tiempo.   El   dolor   hondo   que   me   causó   esta   idea   me   hizo
               comprender   que   ya   había   comenzado   a   concebir   esperanzas   a   pesar   de   no
               habérmelas permitido.
                     —No tienes por qué temer —me dijo, lleno de ansiedad conforme vio que las
               lágrimas volvían a brotar del borde de mis párpados—. No les dejaré que te hagan
               daño.
                     —Mientras estés aquí —y no es que me preocupara mucho lo que ocurriera
               cuando él se hubiera marchado.
                     Me tomó el rostro entre sus dos manos pétreas, sujetándolo con fuerza mientras
               sus ojos de medianoche se zambullían en los míos con la fuerza gravitacional de un
               agujero negro.
                     —Nunca te dejaré de nuevo.
                     —Pero has dicho treinta —farfullé, mientras las lágrimas se asomaban al borde
               de mis párpados—. ¿Y qué? Te quedarás, pero me dejarás envejecer de todos modos.
               Muy bonito.
                     Sus ojos se dulcificaron aunque su boca endureció el gesto.
                     —Eso es exactamente lo que voy a hacer. ¿Qué otra elección tengo? No puedo
               estar sin ti, pero no voy a destruir tu alma.
                     —Y eso es porque... —intenté mantener la voz calmada, pero esta cuestión era
               demasiado   dura   para   mí.   Recordé   su   rostro   cuando   Aro   casi   le   suplicó   que
               considerara la idea de hacerme inmortal. La mirada de repulsión que le dirigió.
               ¿Tenía que ver esa fijación de mantenerme humana realmente sólo con mi alma, o era

               porque no estaba seguro de que querría tenerme a su lado todo el tiempo?
                     —¿Sí? —inquirió, esperando mi pregunta.
                     Sin embargo, le pregunté otra cosa distinta. Casi igual de difícil para mí.
                     —Pero ¿qué pasará cuando me haga tan vieja que la gente piense que soy tu
               madre? ¿O tu abuela?
                     Mi voz temblaba por el espanto, todavía podía ver el rostro de la abuelita en el
               espejo del sueño. Todo su rostro se había suavizado ahora. Me limpió las lágrimas de
               las mejillas con los labios.
                     —Eso no me importa —musitó contra mi piel—. Siempre serás la cosa más
               hermosa   que   haya   en   mi   mundo.   Claro   que...   —él   dudó,   estremeciéndose
               ligeramente—, si te haces mayor que yo y necesitas algo más... lo comprenderé, Bella.
               Te prometo que no me cruzaré en tu camino si alguna vez quieres dejarme.
                     Sus   ojos   brillaban   como   el   ónice   líquido   y   eran   completamente   sinceros.
               Hablaba como si hubiera pasado montones de tiempo reflexionando para trazar ese
               plan tan necio.
                     —Supongo que te das cuenta de que al final también me moriré —le exigí.
                     También parecía haber pensado en eso.
                     —Te seguiré tan pronto como pueda.
                     —Ese plan es totalmente... —busqué la palabra correcta— enfermizo.
                     —Bella, es el único camino correcto que nos queda...




                                                                                                   - 309 -
   304   305   306   307   308   309   310   311   312   313   314