Page 308 - e-book
P. 308
AUTOR Libro
pudiera imaginar; como por ejemplo, a Jacob Black de pie, a corta distancia de la
pérfida figura felina de Victoria. No soportaba la idea de imaginar a Edward allí,
incluso aunque él pareciera mucho más resistente que mi mejor amigo medio
humano.
—Es demasiado tarde para ella. No debí dejar que se me escapara la otra vez,
pero ahora no, no después de...
Le interrumpí otra vez, intentando sonar tranquila.
—¿No me acabas de prometer ahora mismo que no me ibas a dejar? —le
pregunté, luchando contra las palabras mientras las decía, intentando no dejarlas
enraizar en mi corazón—. Eso no es precisamente algo compatible con una larga
expedición de rastreo, ¿no?
Él frunció el ceño. Un gruñido lento se le escapó del pecho.
—Mantendré mi promesa, Bella, pero Victoria va a morir —el gruñido se
acentuó—. Pronto.
—No te precipites —le contesté mientras intentaba ocultar mi pánico—. Quizás
ella no vuelva. Quizás la haya asustado la manada de Jake. En realidad, no hay razón
ninguna para ir tras ella. Además, tengo un problema mayor que Victoria.
Los ojos de Edward se entrecerraron, pero asintió.
—Es verdad. Los licántropos son una complicación.
Bufé.
—No estaba hablando de Jacob. Mi problema es bastante más grande que un
puñado de lobos adolescentes en busca de líos.
Edward me miró como si fuera a decir algo y luego se lo pensó mejor. Sus
dientes sonaron cuando los cerró y habló a través de ellos.
—¿De verdad? —me preguntó—. Entonces, ¿cuál es tu mayor problema? Si el
hecho de que Victoria vuelva a buscarte te parece algo irrelevante en comparación,
¿qué puede ser?
—Digamos que es el segundo de mis peores problemas —intenté evadir la
cuestión.
—De acuerdo —asintió él, suspicaz.
Hice una pausa. No estaba segura de si podría mencionarlos.
—Hay otros que vendrán a por mí —le recordé con un susurro sofocado.
Él suspiró, pero su reacción no fue todo lo fuerte que yo habría supuesto
después de haber visto cómo se tomaba lo de Victoria.
—¿Los Vulturis son sólo el segundo de esos problemas?
—No parece que te preocupen mucho —le hice notar.
—Bueno, tenemos bastante tiempo para pensarlo. El tiempo tiene un significado
muy distinto para ellos y para ti, o incluso para mí. Ellos cuentan los años como tú
los días. No me sorprendería que hubieras cumplido los treinta antes de que
volvieran a acordarse de ti —añadió en tono ligero.
El horror me invadió.
Treinta.
Así que al final, sus promesas no significaban nada en realidad.. Si él pensaba
- 308 -

