Page 310 - e-book
P. 310

AUTOR                                                                                               Libro
                     —Retrocedamos un minuto —le dije; enfadarme hacía que me resultara mucho
               más fácil ser clara, contundente—. Recuerdas a los Vulturis, ¿verdad? No puedo
               permanecer humana para siempre. Ellos me matarán. Incluso si no piensan en mí
               hasta   que   cumpla   los   treinta   —mascullé   la   cifra—,   ¿crees   sinceramente   que   se
               olvidarán?
                     —No —respondió despacio, sacudiendo la cabeza—. No olvidarán. Pero...
                     —¿Pero?
                     Sonrió ampliamente mientras le miraba con tristeza. Quizá yo no era la única
               que estaba loca.
                     —Tengo unos cuantos planes.
                     —Y esos planes —comenté mientras mi voz se volvía cada vez más ácida con
               cada palabra—, esos planes se centran todos en mantenerme humana.
                     Mi actitud hizo que su expresión se endureciera.
                     —Naturalmente.
                     Su tono era brusco y su rostro divino mostraba arrogancia. Nos fulminamos con
               la mirada el uno al otro durante un minuto largo.
                     Entonces, respiré hondo y cuadré los hombros. Le empujé los brazos para poder
               sentarme.
                     —¿Quieres que me vaya? —me preguntó y mi corazón palpitó con fuerza al ver
               que esa idea le hería, aunque intentaba no demostrarlo.
                     —No —le contesté—. Soy yo la que se va.
                     Me miró con suspicacia mientras salía de la cama y deambulaba de un lado
               para otro de la habitación en busca de mis zapatos.

                     —¿Puedo preguntarte adónde vas? —inquirió.
                     —Voy a tu casa —le dije, todavía andando de un sitio para otro a ciegas.
                     Él se levantó y se acercó a mí.
                     —Aquí están tus zapatos. ¿Y cómo planeas llegar hasta allí?
                     —En mi coche.
                     —Eso   probablemente   despertará   a   Charlie   —me   ofreció   la   idea   como   un
               elemento disuasorio.
                     Suspiré.
                     —Ya lo sé, pero para serte sincera, tal como están las cosas, estaré encerrada
               durante semanas. ¿Cuántos problemas más me puedo acarrear?
                     —Ninguno. Me echará la culpa a mí, no a ti.
                     —Si tienes una idea mejor, soy toda oídos.
                     —Quédate aquí —sugirió, aunque su expresión no mostraba mucha esperanza
               al respecto.
                     —Mala suerte, pero ¡adelante! Quédate y siéntete como en tu casa —le animé,
               sorprendida de lo natural que sonaba mi broma y me dirigí a la puerta.
                     Él ya estaba allí, delante de mí, bloqueándome el camino.
                     Fruncí el ceño y me volví hacia la ventana. No estaba tan lejos del suelo y había
               bastante hierba justo debajo...
                     —Bien —suspiró—. Te llevaré.




                                                                                                   - 310 -
   305   306   307   308   309   310   311   312   313   314   315