Page 306 - e-book
P. 306
AUTOR Libro
capaz de irme de no haber creído que estarías mejor sin mí. Soy demasiado egoísta.
Sólo tú eres más importante que cualquier cosa que yo quiera... o necesite. Todo lo
que yo quiero o necesito es estar contigo y sé que nunca volveré a tener fuerzas
suficientes para marcharme otra vez. Tengo demasiadas excusas para quedarme, ¡y
gracias al cielo por eso! Parece que es imposible que estés a salvo, no importa cuántos
kilómetros ponga entre los dos.
—No me prometas nada —mascullé. Si me permitía concebir esperanzas y
luego terminaban en nada... eso me mataría. Todos esos vampiros sin piedad no
habían sido capaces de acabar conmigo, pero la esperanza haría el trabajo mucho
mejor.
La ira brilló metálica en sus ojos negros.
—¿Crees que te estoy mintiendo ahora?
—No. No me estás mintiendo —sacudí la cabeza, intentando pensar en el
asunto de forma coherente. Quería examinar la hipótesis de que él me quería, pero
sin dejar de ser objetiva, casi de modo clínico, para no caer en la trampa de la
esperanza—. Realmente lo crees... ahora, pero ¿qué pasará mañana cuando pienses
en todas esas razones que has mencionado en primer lugar? ¿O el próximo mes,
cuando Jasper intente atacarme?
Se estremeció.
Recordé otra vez aquellos últimos días antes de que él me dejara, intentando
mirarlos desde el punto de vista de lo que me estaba contando ahora. Con esta nueva
perspectiva, sus inquietantes y fríos silencios de entonces adquirían un significado
diferente si me hacía a la idea de que me había dejado amándome, que me había
dejado por mi bien.
—No es como si hubieras cambiado de idea al respecto, ¿a que no? —adiviné—.
Terminarás haciendo lo que crees que es correcto.
—No soy tan fuerte como tú pareces creer —comentó él—. Lo que estaba bien o
mal había dejado de tener importancia para mí; pensaba regresar de todas maneras.
Antes de que Rosalie me comunicara la noticia, yo ya intentaba sobrevivir como
podía de una semana a otra, a veces sólo de un día para otro. Luchaba por pasar
como pudiera cada hora. Nada más era cuestión de tiempo, y no quedaba ya mucho,
que apareciera en tu ventana y te suplicara que me dejaras volver. Estaré encantado
de suplicártelo si así lo quieres.
Hice una mueca.
—Habla en serio, por favor.
—Lo estoy haciendo —insistió con la mirada resplandeciente ahora—. ¿Querrás
hacerme el favor de escuchar mis palabras? ¿Me dejarás que intente explicarte cuánto
significas para mí?
Esperó, estudiando mi rostro mientras hablaba para asegurarse de que le estaba
escuchando de verdad.
—Bella, mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura,
pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste
mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de
- 306 -

