Page 302 - e-book
P. 302

AUTOR                                                                                               Libro
               manos de hombres lobo, esas criaturas inmaduras y volubles, lo peor que ronda por
               ahí fuera aparte de Victoria... —se estremeció y el torrente de palabras se detuvo por
               un momento—. Por favor, créeme cuando te digo que no tenía ni idea de todo esto.
               Se me revuelven las tripas hasta lo más profundo, incluso ahora, cuando puedo verte
               segura en mis brazos. No tengo ni la más remota disculpa en...
                     —Para, para —le interrumpí.
                     Me   miró   con   ojos   llenos   de   sufrimiento   y   yo   procuré   elegir   las   palabras
               adecuadas, aquellas que le liberaran de la obligación que se había creado y que le
               estaba causando tanto dolor. Eran palabras muy difíciles de pronunciar. No sabía si
               sería capaz de decirlas sin romperme en pedazos, pero yo quería hacerlo bien. No
               deseaba convertirme en una fuente de culpa y angustia en su vida. El tenía que ser
               feliz, y no me importaba qué precio hubiera de pagar yo.
                     En realidad, había albergado la esperanza de no verme en la obligación de sacar
               a   colación   esto   en   nuestra   última   conversación.   Sólo   iba   a   conseguir   que   todo
               terminara mucho antes.
                     Recurriendo   a   todos   los   meses   de   práctica   que   había   pasado   intentando
               comportarme de un modo normal con Charlie, mantuve mi rostro tranquilo.
                     —Edward —comencé. Su nombre me quemó la garganta un poco mientras lo
               pronunciaba. Podía sentir aún el espectro de mi agujero en el pecho, a la espera de
               reabrirse en toda su extensión en cuanto él se marchara. No tenía nada claro cómo
               iba a conseguir sobrevivir esta vez—, esto tiene que terminar ya. No puedes ver las
               cosas de esa manera. No puedes permitir que esa... culpa... gobierne tu vida. No
               tienes por qué asumir la responsabilidad de las cosas que me han ocurrido aquí.

               Nada de esto ha sucedido por tu causa, sólo es parte de las cosas que me suelen pasar
               a mí en la vida. Así que si tropiezo delante de un autobús o lo que sea que me ocurra
               la próxima vez, has de ser consciente de que no es cosa tuya asumir la culpa. No
               tienes por qué salir corriendo hacia Italia porque te sientas mal por no haberme
               salvado. Incluso si yo hubiera saltado de ese acantilado para matarme, ésa habría
               sido mi elección y, desde luego, no tu responsabilidad. Sé que está en tu... naturaleza
               el cargar con las culpas de todo, pero de verdad... ¡no tienes por qué llevarlo hasta
               ese extremo! Es de lo más irresponsable por tu parte no haber pensado en Carlisle,
               Esme y...
                     Estaba a punto de perderlo. Hice una pausa para respirar profundamente con la
               esperanza de que eso me calmara. Tenía que liberarle. Debía asegurarme de que esto
               no volviera a ocurrir otra vez.
                     —Isabella Marie Swan —susurró él, mientras le cruzaba por el rostro la más
               extraña de las expresiones. Parecía haberse vuelto loco—, pero ¿tú te crees que le
               pedí a los Vulturis que me mataran porque me sentía culpable?
                     Sentí cómo afloraba a mi rostro la más absoluta incomprensión.
                     —¿Ah, no?
                     —Me sentía culpable, de una forma muy intensa. Más de lo que tú podrías
               llegar a comprender.
                     —Entonces, ¿qué estás diciendo? No te entiendo.




                                                                                                   - 302 -
   297   298   299   300   301   302   303   304   305   306   307