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Quiero que sigas siendo humana.
Asentí una vez con cara de no sentirme afectada por su actitud, y luego
continué:
—¿Alice?
—Sí.
—Jasper?
—Sí —respondió con voz grave. Me sorprendió un poco. No estaba muy segura
de cuál iba a ser el sentido de su voto, pero contuve mi reacción y proseguí—.
¿Rosalie?
Ella vaciló mientras se mordía la parte inferior de su labio carnoso.
—No —mantuve el rostro impertérrito y volví levemente la cabeza para seguir,
pero ella alzó las manos con las palmas por delante—. Déjame explicarme —rogó—.
Quiero decir que no tengo ninguna aversión hacia ti como posible hermana, es sólo
que... Esta no es la clase de vida que hubiera elegido para mí misma. Me hubiera
gustado que en ese momento alguien hubiera votado «no» por mí.
Asentí lentamente y me volví hacia Emmett.
—¡Rayos, sí! —esbozó una sonrisa ancha—. Ya encontraremos otra forma de
provocar una lucha con ese Demetri.
No había borrado la mueca de mi cara cuando miré a Esme.
—Sí, por supuesto, Bella. Ya te considero parte de mi familia.
—Gracias, Esme —murmuré, y me volví hacia Carlisle.
De pronto, me puse nerviosa y me arrepentí de no haberle pedido que votara el
primero. Estaba segura de que su voto era el de mayor valía, el que importaba más
que cualquier posible mayoría.
Carlisle no me miraba a mí.
—Edward —dijo él.
—No —refunfuñó Edward con los dientes apretados y retrajo los labios hasta
enseñar los dientes.
—Es la única vía que tiene sentido —insistió Carlisle—. Has elegido no vivir sin
ella, y eso no me deja alternativa.
Edward me soltó la mano y se apartó de la mesa. Se marchó del comedor muy
indignado sin decir palabra, refunfuñando para sí mismo.
—Supongo que ya conoces el sentido de mi voto —concluyó Carlisle con un
suspiro.
Mi mirada aún seguía detrás de Edward.
—Gracias —murmuré.
Un estrépito ensordecedor resonó en la habitación contigua.
Me estremecí y añadí rápidamente.
—Es todo lo que necesitaba. Gracias por querer que me quede. Yo también
siento lo mismo por todos vosotros.
Al final de la frase, la voz se me quebró a causa de la emoción. Esme estuvo a
mi lado en un abrir y cerrar de ojos y me abrazó con sus fríos brazos.
—Me querida Bella —musitó.
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