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LOS CELOS DE ORIANA
tura sobre todas las del mundo, habéis mostrado,
mudando vuestro querer de mí, que sobre todas las
cosas vos amaba, poniéndole en aquella que, según
su edad, para la amar ni conoscer su discreción bas-
ta; e pues otra venganza mi sojuzgado corazón to-
mar no puede, quiero todo el sobrado y mal em-
pleado amor que en vos tenía apartarlo. ¡Oh qué
mal empleé e sojuzgué mi corazón, que en pago
de mis sospiros e pasiones, burlada y desechada
fuese! E pues este engaño es ya manifiesto, no pa-
rezcáis ante mí ni en parte donde yo sea; porque
sed cierto que el muy encendido amor que vos ha-
bía es tornado, por vuestro merescimiento, en muy
rabiosa e cruel saña; e con vuestra quebrantada fe
e sabios engaños id a engañar otra cativa mujer
como yo, que así me vencí de vuestras engañosas
palabras, de las cuales ninguna salva ni excusa se-
rán recebidas; antes, sin vos ver, plañiré con mis
lágrimas mi desastrada ventura e con ellas daré fin
a mi vida, acabando mi triste planto."
Acabada la carta, cerróla con sello de Amadís
muy conocido, e puso en el sobrescrito: "Yo soy
la doncella ferida de punta de espada por el cora-
,,
zón, e vos sois el que me feristes. E fablando 'en
gran secreto con un doncel que Durín se llamaba,
hermano de la doncella de Denamarca, le mandó
que no holgase fasta que hallara sl Amadís, e aque-
lla carta le diese.
El Doncel, siguiendo los pasos de Amadís, llegó
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