Page 104 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA
a la Insola Firme cuando el caballero tomaba pose-
sión de ella de la gloriosa manera que sabéis, y fué
testigo de cómo todos sus moradores le rendían va-
sallaje. Después procuró verse a solas con el nuevo
señor de la isla y le entregó lo que para él traía.
Amadís tomó la carta, e aunque su corazón gran-
de alegría sintiese con ella, temiendo que Durín
nada de su secreto sabía, encubrió lo más que pu-
do; y la tristeza no pudo facer, que habiendo leído
las fuertes e temerosas palabras que en ella venían,
no bastó el esfuerzo ni el juicio que claramente no
mostrase ser llegado a la cruel muerte, con tantas
lágrimas, con tantos sospiros, que no parecía sino
ser hecho pedazos su corazón, quedando tan des-
mayado e fuera de sentido, como si el ánima ya
de las carnes partida fuera. Durín, que mucho sin
sospecha desto estaba, cuando aquello vio, llorando
muy fuertemente maldecía a sí e a su ventura e
a la muerte porque antes que allí llegase no le ha-
bía sobrevenido.
Amadís, no podiendo estar en pie, sentóse en la
yerba que allí estaba, e tomó la carta que se le ha-
bía de las manos caído, e cuando vio el sobrescrip-
to, su cuita fué tan sin medida, que por una pie-
za estuvo amorrecido, de que Durín fué muy es-
pantado; mas seyendo ya él recordado, dijo con
gran dolor:
—Señor Dios, ¿por qué vos plugo de me dar
muerte sin merescimiento ?
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