Page 158 - Doña Bárbara
P. 158

D Do oñ ña a   B Bá ár rb ba ar ra a: :: :   X XV V. .   T To od da a   h ho or ri iz zo on nt te es s, ,   t to od da a   c ca am mi in no os s. .. .. .                                   R Ró óm mu ul lo o   G Ga al ll le eg go os s
            ondulación rizaba la superficie, y allí donde las verdes matas de borales se habían roto bajo el peso de la res, reventaron
            pequeñas burbujas de gases del pantano.
               Una, más grande, se quedó a flor de agua dentro de una ampolla amarillenta, como un ojo teñido por la ictericia de

            la cólera.
               Y aquel ojo iracundo parecía mirar a la mujer cavilosa...

                                                            *
               La noticia corre de boca en boca: ha desaparecido la cacica del Arauca.
               Se supone que se haya arrojado al tremedal, porque hacia allá la vieron dirigirse, con la sombra de una trágica
            resolución en el rostro; pero también se habla de un bongo que bajaba por el Arauca, y en el cual alguien creyó ver una
            mujer.
               Lo cierto era que había desaparecido, dejando sus últimas voluntades en una carta para el doctor Luzardo, y la carta

            decía:
               «No tengo más heredera sino mi hija Marisela, y así la reconozco por ésta, ante Dios y los hombres. Encárguese
            usted de arreglarle todos los asuntos de la herencia.»
               Pero como era cosa sabida que tenía mucho oro enterrado, y de esto nada decía la carta, y, además, en el cuarto de
            las brujerías se encontraron señales de desenterramientos, a la presunción de suicidio se opuso la de simple
            desaparición, y se habló mucho de aquel bongo que, navegando de noche, ya eran varias las personas que lo habían
            sentido pasar, Arauca abajo...

                                                            *

               Llegó el alambre de púas comprado con el producto de las plumas de garza, y comenzaron los trabajos. Ya estaban
            plantados los postes, de los rollos de alambre iban saliendo los hilos, y en la tierra de los innumerables caminos por
            donde hace tiempo se pierden, rumbeando, las esperanzas errantes, el alambrado comenzaba a trazar uno solo y derecho
            hacia el porvenir.
               Míster Danger, como viese que sus lambederos iban a quedar encerrados y ya no podrían las reses ajenas venir a
            caer bajo sus lazos por lamer el amargo salitre de sus barrancas, se encogió de hombros y se dijo:
               –¡Se acabó esto, míster Danger!

               Cogió su rifle, se lo terció a la espalda, montó a caballo y, de paso, les gritó a los peones que trabajaban en la cerca:
               –No gasten tanto alambre en cercar los lambederitos. Díganle al doctor Luzardo que míster Danger se va también.

                                                            *
               Transcurre el tiempo prescrito por la ley para que Marisela pueda entrar en posesión de la herencia de la madre, de
            quien no se han vuelto a tener noticias, y desaparece del Arauca el nombre de El Miedo y todo vuelve a ser Altamira.
               ¡Llanura venezolana! ¡Propicia para el esfuerzo como lo fuera para la hazaña, tierra de horizontes abiertos donde
            una raza buena ama, sufre y espera!...



















                                                           158
   153   154   155   156   157   158   159   160   161   162