Page 106 - Vuelta al mundo en 80 dias
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¿Y dónde estaba Fix entonces?

                  Precisamente a bordo del "General Grant".

                  En efecto, al llegar a Yokohama, el agente, sepa-rándose de mister Fogg, a quien esperaba
                  encontrar en el resto del día, se había dirigido inmediatamente al despacho del cónsul
                  inglés. Allí encontró el mandamiento que, corriendo detrás de él desde Bombay, tenía ya
                  cuarenta días de fecha, mandamiento que le había sido enviado de Hong Kong por el
                  mismo "Car-natíc", a cuyo bordo se le creía. Júzguese del despecho que experimentó el
                  "detective". El mandamiento ya era inútil. ¡Mister Fogg no estaba en las posesiones
                  inglesas, y era necesaria una carta de extradición para prenderlo!

                   ¡Corriente!   dijo para sí, después de pasado el primer momento de ira . El
                  mandamiento no sirve para aquí, pero me servirá en Inglaterra. Ese bribón tiene trazas de
                  volver a su patria, creyendo haber deso-rientado a la policía. Bien. Le seguiré hasta allí. En
                  cuanto al dinero, Dios quiera que le quede algo, por-que en viajes, primas, procesos,
                  multas, elefantes y gastos de toda clase, mi hombre ha dejado ya más de cinco mil libras
                  por el camino. En fin de cuentas, el banco es rico.

                  Tomada su resolución, Fix se embarcó en el "General Grant". Estaba a brodo cuando mister
                  Fogg y mistress Aouida llegaron. Con sorpresa suya, reco-noció a Picaporte bajo su traje de
                  heraldo. Se ocultó al instante en su camarote, a fin de ahorrar una explica-cion que podía
                  comprometerlo todo, y gracias al número de pasajeros, contaba con no ser visto de su
                  enemigo, cuando aquel día se encontró precisamente con él a proa.

                  Picaporte se arrojó al cuello de Fix sin otra expli-cación, y, con gran satisfacción de
                  algunos america-nos, que apostaron a su favor, administró al desventu-rado inspector una
                  soberbia tunda, que demostró la alta superioridad del pugilato francés sobre el inglés.

                  Cuando Picaporte acabó, se encontró más tranqui-lo y como aliviado, Fix se levantó en
                  bastante mal estado, y mirando a su adversario, le dijo con frialdad:

                   ¿Habéis concluido?

                   Sí, por ahora.

                   Entonces, vamos a hablar.

                   Que yo...

                   En interés de vuestro amo.

                  Picaporte, como subyugado por esta sangre fría, siguió al inspector de policía, y se sentaron
                  aparte.
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