Page 107 - Vuelta al mundo en 80 dias
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Me habéis zurrado   dijo Fix . Bien lo espe-raba. Ahora, escuchadme. Hasta ahora, he
                  sido adver-sario de mister Fogg; pero, en adelante, voy a ayu-darlo.

                   ¡Al fin!   exclamó Picaporte . ¿Lo creéis hombre honrado?

                   No  respondió con frialdad Fix ; lo creo un bribón... ¡Chist! No os mováis, y dejadme
                  acabar. Mientras mister Fogg ha estado en las posesiones inglesas, he tenido interés en
                  detenerlo, aguardando un mandamiento de prisión. Todo lo he intentado con ese objeto. He
                  echado detrás de él a los sacerdotes de Bombay, os he embriagado en Hong Kong, os he
                  separado de vuestro amo, le he hecho perder el vapor de Yokohama...

                  Picaporte seguía escuchando con los puños sepa-rados.

                   Ahora  prosiguió Fix , mister Fogg regre-sa, según parece, a Inglaterra. Lo seguiré
                  hasta allí, pero aplicando, para apartar los obstáculos, tanto celo como he empleado hasta
                  ahora para acumular-los. ¡Ya lo véis, mi juego ha cambiado, porque así lo quiere mi
                  interés! Añado que vuestro interés es igual al mío, porque sólo en Inglaterra es donde
                  sabréis si estáis al servicio de un criminal o de un hombre de bien.

                  Picaporte había escuchado a Fix con mucha aten-ción, y se convenció de su buena fe.

                   ¿Somos amigos?  preguntó Fix.

                   Amigos, no  respondió Picaporte . Seremos aliados, y a beneficio de inventario,
                  porque, a la menor apariencia de traición, os retuerzo el pescuezo.

                   Convenido   ~dijo tranquilamente el inspector de policía.

                  Once días después, el 3 de noviembre, el "General Grant" entraba en la bahía de la Puerta
                  de Oro y llega-ba a San Francisco.

                  Mister Fogg no había ganado todavía, ni perdido, un solo día.



                  XXV


                  Eran las siete de la mañana, cuando Phileas Fogg, mistress Aouida y Picaporte pusieron el
                  pie en conti-nente americano, si es que puede darse ese nombre al muelle flotante en que
                  desembarcaron. Esos muelles, que suben y bajan con la marea, facilitan la carga y descarga
                  de los buques. Allí se arriman los clippers de todas dimensiones, los vapores de todas las
                  nacionali-dades, y esos barcos de varios pisos, que hacen el ser-vicio del Sacramento y de
                  sus afluentes. Allí se amon-tonan también los productos de un comercio que se extiende a
                  Méjico, al Perú, a Chile, al Brasil, Europa, Asia y a todas las islas del Océano Pacífico.
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