Page 111 - Vuelta al mundo en 80 dias
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rompe cabezas, era irresistible. Phileas Fogg y Fix se vieron horriblemente atropella-dos
                  al preservar a la joven Aouida. Mister Fogg, no menos flemático que de costumbre, quiso
                  defender con esas armas naturales que la naturaleza ha puesto en el extremo de los brazos
                  de todo inglés, pero inutil

                  mente. Un enorme mocetón de perilla roja, tez encen-dida, ancho de espalda, que parecía
                  ser el jefe de la cuadrilla, levantó su formidable puño sobre mister Fogg, y hubiera
                  lastimado mucho al gentleman si Fix, por salvarlo, no hubiese recibido el golpe en su lugar.
                  Un enorme chichón se desarrolló instantáneamente bajo el sombrero del "detective"
                  transformado en sim-ple capucha.

                   ¡Yankee!   dijo mister Fogg, echando sobre su adversario una mirada de profundo
                  desprecio.

                   ¡English!  respondió el otro.

                    Cuando gustéis.

                   ¿Vuestro nombre?

                   Phileas Fogg. ¿Y el vuestro?

                   El coronel Stamp Proctor.

                  Y dicho esto la marejada pasó. Fix había quedado por el suelo, y se levantó con la ropa
                  destrozada, pero sin daño de cuidado. Su paletot de viaje se había rasga-do en dos trozos
                  desiguales, y su pantalón se parecía a esos calzones que ciertos indios   cosas de moda
                  no se ponen sino después de haberles quitado el fondo. Pero, en suma, mistress Aouida se
                  había librado y Fix era el único que había salido con su puñetazo.

                    Gracias   dijo mister Fogg al inspector tan luego como estuvieron fuera de las turbas.

                   No hay de qué  respondió Fix , pero venid.

                   ¿Adónde?

                   A una sastrería.

                  En efecto, esta visita era oportuna. Los trajes de Phileas Fogg y de Fix estaban hechos
                  jirones, como si esos dos caballeros se hubieran batido por cuenta de los honorables
                  Kamerfield y Modiboy.

                  Una hora después, estaban convenientemente ves-tidos y cubiertos. Y luego, regresaron al
                  hotel Interna-cional.

                  Allí Picaporte esperaba a su amo, armado con media docena de revólveres puñales de seis
                  tiros y de inflama-ción central. Cuando vio a Fix, su frente se oscureció. Pero mistress
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