Page 110 - Vuelta al mundo en 80 dias
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gobernador de Estado o de un miem-bro del Congreso? Pen nitido era conjeturarlo, al ver
                  la animación extraordinaria que tenía agitada a la pobla-ción entera.

                  En aquel momento, hubo entre la multitud un movimiento considerable. Todas las manos
                  estaban al aire. Algunas de ellas, sólidamente cerradas, se eleva-ban y bajaban, al parecer,
                  entre vociferaciones, mane-ras enérgicas, sin duda de formular un voto. Aquella masa de
                  gente estaba agitada por remolinos que seme-jaban las olas del mar. Las banderas
                  oscilaban, desa-parecían un momento y reaparecían hechas jirones Las ondulaciones de la
                  marejada se propagaban hasta la escalera, mientras que todas las cabezas cabrillea-ban en la
                  superficie como la mar movida súbitamente por un chuasco. El número de sombreros
                  bajaba a la vista, y casi todos parecían haber perdido su natural normal.

                   Esto es evidentemente un mitin   dijo Fix , y la cuestión que lo ha provocado debe ser
                  palpitante No me extrañaría que se tratase nuevamente la cues-tión del "Alabamá", aunque
                  está resuelta.

                   Tal vez  repitió sencillamente mister Fog.

                   En todo caso   repuso Fix , hay dos campeo-nes en la liza: el honorable Kamerfield y
                  el honorable Madiboy.

                  Mistress Aouida, asida del brazo de Phileas Fogg, miraba con sorpresa aquella escena
                  tumultuosa y Fix iba a preguntar a uno de sus vecinos la razón de aque-lla efervescencia
                  popular, cuando se pronunció un movimiento más decidido. Redoblaron los vítores
                  sazonados con injurias. Los mastiles de las banderas se transformaron en armas ofensivas.
                  Ya no había manos, sino puños, en todas partes. Desde lo alto de los coches detenidos y de
                  los ómnibus interceptados en su marcha, se repartían sendos porrazos. Todo servía de
                  proyectil. Botas y zapatos describían por el aire largas trayectorias, y hasta pareció que
                  algunos revólveres mezclaban con las vociferaciones sus detonaciones nacionales.

                  Aquella barahúnda se acercó a la escalera y afluyó sobre las primeras gradas. Uno de los
                  partidarios era evidentemente rechazado, sin que los simples especta-dores pudieran
                  reconocer si la ventaja estaba de parte de Madiboy o de Kamerfield.

                    Creo prudente retirarnos   dijo Fix, que no tenía empeño en que su hombre recibiese
                  un mal golpe o se mezclase en un mal negocio . Si se trata en todo esto de Inglaterra, y
                  nos llegan a conocer, nos veremos muy comprometidos en el tumulto.

                   Un ciudadano inglés...  respondió Phileas Fogg.

                  Pero el gentleman no terminó su frase. Detrás de él, desde aquella terraza precedida de las
                  gradas, salie-ron espantosos alaridos. Se gritaba: "¡Hurra! ¡Hip! ¡Hip! Por Madiboy". Era
                  un tropel de electores que llegaba a la pelea tomando en flanco a los partidarios de
                  Kamerfield.

                  Mister Fogg, mistress Aouida y Fix se hallaron entre dos fuegos. Era demasiado tarde para
                  huir.. Aquel torrente de hombres armados de bastones con puño de plomo y de
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