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uno «toma conciencia de que se mueve por la luz de la verdad; le
embarga un entusiasmo increíble y con toda precisión, como
desde una atalaya, vislumbra jubiloso el mundo por entero».
Creía que la más admirable cima de los Elementos era la demos-
tración de que solo había cinco sólidos perfectos. Estudió tam-
bién a Platón (ca. 428 a.C.-ca. 347 a.C.), como filósofo que infundía
una vigorosa forma de plantear los problemas, muy en consonan-
cia con su propio espíritu. Y también estudió la Armonía de Pto-
lomeo ( ca. 100-ca. 170), sorprendiéndose de cómo «en la mente
de dos hombres [tan alejados en el tiempo], entregados por en-
tero a la contemplación de la naturaleza, surgiera la misma idea
sobre la configuración armónica».
Había que introducir la música como elemento adicional para
explicar el mundo. La línea argumental era semejante, aunque
ahora aún más intrincada. La geometría es anterior al mundo,
luego tiene carácter divino, o es incluso Dios, pues todo lo que le
pertenece, es Dios. La armonía de la música tiene el mismo carác-
ter divino. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza para
que pueda comprender la geometría y disfrutar de la música y así
comprender el mundo, que es bello y perfecto como obra divina
que es. Hay que encontrar la belleza geométrica y la belleza musi-
cal como fuentes del conocimiento astronómico.
Para apreciar la armonía del sonido hacen falta al menos dos
tonos, entre los que existe una relación. Luego la belleza de la mú-
sica no es inherente a aquello que la produce. Por ser una relación
es captada por el alma, luego la armonía es creada por el alma. Es
el alma dotada de sensibilidad divina para el hallazgo de relacio-
nes, y no el instrumento musical, la que está creada con y para la
armonía. Los hombres, aun los incultos, y aun algunos animales,
captan la belleza de la música porque es el alma quien crea la con-
sonancia. El alma, por su propia naturaleza, contiene armonías
puras y encuentra agrado cuando estas pueden llegar del exterior.
Examinaba Kepler las relaciones numéricas simples que producen
los acordes con admirable conocimiento de la música. Y buscaba
su relación con objetos geométricos y con magnitudes astronómi-
cas de los planetas. Kepler incluso llevó al pentagrama las notas
emitidas por los planetas. Así que la música, como antes la geome-
36 EL ASTRÓLOGO Y VISIONARIO