Page 123 - 13 Pitagoras
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todos los movimientos planetarios
tenían que ser explicables en tér-
minos de movimientos circulares
uniformes. De acuerdo con esta
manera de pensar, los últimos pi-
tagóricos llegaron a una conclu-
sión revolucionaria que suponía
una verdadera ruptura con algu-
nas de las creencias más antiguas
del hombre: fueron los primeros
en considerar que la Tierra tenía
que ser una esfera. Tal vez esta
pueda considerarse la intuición
más brillante de la cosmología pi-
tagórica, pero, como se verá a con-
tinuación, los pitagóricos también
hacían trampas para encajar por la fuerza la realidad observable
en su universo numérico.
Como el 10 era para ellos la expresión numérica de la perfec-
ción máxima, estaban convencidos de que había diez cuerpos en
movimiento en el cielo. En el centro de lo que entonces se consi-
deraba el universo, nuestro sistema solar, existía un fuego central
alrededor del cual se movían los cuerpos celestes girando en órbi-
tas circulares perfectas. La Tierra era la más cercana al fuego cen-
tral. La Luna no giraba a su alrededor, sino que describía su propio
círculo, como el Sol, que era el siguiente cuerpo. A continuación
giraban los cinco planetas conocidos, y más allá las estrellas, en-
garzadas como joyas en una bóveda celestial (véase la figura).
Una simple suma revela que los cinco planetas, además de la
Tierra, el Sol, la Luna y la esfera a la que estaban sltjetas las estre-
llas, daban un total de nueve cuerpos móviles. Así que los pitagóri-
cos inventaron un décimo cuerpo que también giraba alrededor del
fuego central: laAntichton, cuya traducción literal es Anti-Tierra.
La idea de la Anti-Tierra solo tenía un problema: ningún as-
trónomo, ni siquiera los grandes sabios de Mesopotamia, había
observado jamás ese objeto en el cielo. Pero tampoco ese detalle
escapó a la penetración de los seguidores de Pitágoras. De hecho,
LA ARMONIA DEL COSMOS 123