Page 120 - 13 Pitagoras
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También los romanos utiUzaban las p1imeras letras del alfa-
beto para nombrar los sonidos de su escala. El filósofo romano
Boecio (480-525 d.C.), autor de Consolación de lajüosofía, que
emprendió el propósito de unificar la.e, escuelas filosóficas de Pla-
tón y Aristóteles, escribió un tratado sobre teoría de la música. En
él, conocido por su título en latín, De rnusica, consideró una escala
de quince notas que abarcaba dos octavas, y a cada una de ellas le
asignó tma letra distinta, ignorando el concepto cíclico de octavas.
El concepto cíclico volvería a recuperarse más tarde, desig-
nando con una misma letra las notas iguales de octavas distintas.
Así, la denominada nomenclatura alemana o inglesa designaba las
siete notas de la octava principal con letras de la A a la G, en ma-
yúsculas; en la siguiente octava, de la «a» a la «g», en minúsculas,
y la tercera, con dobles letras minúsculas (aa, bb, ce, dd, ee, ff,
Representación de
una umano gg). De ese modo, siete de los doce sonidos, los correspondientes
guidoniana»
dibujada a partir a las teclas blancas del piano, adquirieron nombres propios. Los
de las ense~anzas otros cinco, relacionados con las teclas negras, fueron nombrados
del monje
benedictino. más tarde, tras la aparición del concepto de bemol, becuadro y
sostenido. Sus nombres deliva-
ron de los siete básicos.
En el siglo xi, el monje tos-
cano Guido d'Arezzo (ca. 995-
1050 cl.C.) dedicó buena parte de
sus estudios musicales a crear re-
glas mnemotécnicas para los in-
térpretes. Probablemente, la más
conocida es la llamada «mano
guidoniana», que ordenaba las
notas en su notación alfabética
asimilándola a un reconido por la
palma de la mano. Guido d'Arezzo
rebautizó también las notas, asig-
nando a cada sonido la primera
sílaba de los versos de un himno
a san Juan Bautista muy cono-
cido en aquella época ( «Para que
puedan cantar con toda su voz
120 LA ARMONÍA DEL COSMOS