Page 96 - 13 Pitagoras
P. 96
riores, de complejidad creciente: los puntos formaban líneas; las
líneas, planos; los planos, superficies, y las superficies, cuerpos
sólidos. Pero el siguiente paso es el más característico, osado y
extraño a la mentalidad actual. Para los pitagóricos, el cosmos
y su devenir eran una consecuencia natural de los números. Si
estos eran el medio a través del cual se manifestaba la realidad,
conocer sus propiedades y relaciones equivalía a conocer la me-
cánica del universo, una mecánica mágicamente armónica, como
demostraban las increíbles manifestaciones numéricas que descu-
brían las matemáticas. En este «misticismo numérico», el mate-
mático era el teólogo que debía desvelar el orden divino. En este
salto metafísico se manifiesta la compleja combinación entre el
Pitágoras religioso, en la línea del pensamiento mágico, y el Pitá-
goras sabio, en la línea del pensanüento lógico, que tiene como
resultado un Pitágoras mago de los números.
LA DÉCADA PITAGÓRICA
El estudio pitagórico de los números comenzó como una búsqueda
espiritual, similar a la de la cábala hebrea, en la que cada número
tenía una identidad simbólica que lo dotaba de virtudes mágicas y
hasta de propiedades vitales. Los diez números pitagóricos, que
no incluían el cero, pero sí el diez, eran la «década».
El 1 era el generador de todos los números, pues a partir de
él puede crearse cada número por adición repetida. Pitágoras lo
llamaba la «mónada» y lo consideraba el manantial infinito de
donde surgían todos los seres. No se trataba propiamente de un
número, sino que era anterior a todo número, principio y causa
universal. Simbolizaba la razón, lo definido y lo estable. Se
asociaba lógicamente con lo impar, y de manera menos com-
prensible, con el lado derecho. Se tomaba también como sím-
bolo de inmutabilidad aritmética:
96 UN UNIVERSO BASADO EN EL NÚMERO