Page 96 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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Usted  lo  sabe  tan  bien  como  yo:  una  cosa  es  empezar  algo,  y  otra  enteramente  diferente,
            completarlo. Usted piensa que voy a hablarle de la importancia de terminarlo todo. Podría ser que

            usted esté a punto de recibir un chubasco de castigo.

                Si piensa así, tranquilícese. «No empiece lo que no puede terminar» no es uno de mis puntos.

            No le voy a decir nada respecto a lo que se usa para pavimentar el camino al infierno. Para serle
            franco, no creo que usted debería terminar todo lo que empieza. (Todo estudiante con deberes

            debe haber abierto bien los ojos.) Hay ciertos proyectos que es mejor dejarlos a medias, y otros
            que sabiamente hay que abandonar. (Sin embargo, no pondría los deberes escolares en esa lista.)


                Podemos obsesionarnos tanto con concluir algo que nos cegamos a la eficacia. Sencillamente
            porque  haya  un  proyecto  sobre  la  mesa,  eso  no  quiere  decir  que  uno  no  lo  puede  devolver  al

            estante.  No;  mi  deseo  no  es  convencerlo  de  que  termine  todo  lo  que  comienza.  Mi  deseo  es

            animarle a que termine lo que debe terminar . Ciertas carreras son opcionales, como la de lograr
            músculos abdominales bien definidos y la lectura rápida. Otras carreras son esenciales, como la

            carrera  de  la  fe.  Considere  esta  admonición  del  autor  de  Hebreos:  «Corramos  la  carrera  que

            tenemos por delante, sin cejar nunca» (véase Hebreos 12.1 ).






            LA CARRERA



            Si hubiera  habido  fútbol en  el  Antiguo  Testamento  estoy  seguro de que  los  escritores hubieran

            hablado de goles y tiros libres; pero no lo había, así que hablaron de correr. La palabra carrera
            procede del griego agon , de donde procede nuestra palabra agonía . La carrera del cristiano no es

            un trote por hacer ejercicios, sino una carrera exigente, agotadora, y algunas veces agonizante. Se

            requiere esfuerzo masivo para terminar con fuerza.

                Lo más probable es que usted ya haya notado que muchos no la terminan así. ¿Ha observado
            cuántos se quedan a un lado del sendero? Solían correr. Hubo un tiempo en que se mantenían al

            paso.  Pero  se  cansaron.  No  pensaron  que  la  carrera  sería  tan  ardua.  Acaso  se  desanimaron

            cuando alguien se tropezó con ellos, o se intimidaron por algún otro corredor. Cualquiera que haya
            sido la razón, ya no corren. Pueden ser cristianos. Tal vez asistan a la iglesia. Tal vez depositan un

            peso en el plato de la ofrenda y calientan una banca, pero sus corazones no están en la carrera. Se
            retiraron antes de tiempo. A menos que algo cambie, su mejor obra habrá sido la primera, y la

            concluyeron con un quejido.


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