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Motivación del alumnado para el fomento del estudio
previo y la participación en clase
Cuando los participantes en algún curso de formación nos preguntan
acerca de las dificultades para aplicar el modelo flipped en la universidad y
cómo las solucionamos, respondemos que la primera dificultad es que,
aunque el flipped es un modelo que da mejores resultados, requiere un
mayor esfuerzo docente, y eso es algo que no se fomenta ni se reconoce
debidamente en las universidades (aunque esto tal vez pueda cambiar con
una evaluación más rigurosa de la docencia universitaria con programas
como Docentia o con las acreditaciones de los grados). Por eso, los
profesores que hacen un esfuerzo extra son los que tienen la voluntad de
hacerlo pese a no ser incentivados por su institución.
El punto de partida para la implementación del modelo flipped
es la motivación del profesor por mejorar el aprendizaje de sus
alumnos
Para empezar a hacer flipped learning en la universidad, lo primero es la
voluntad del profesor de querer hacer las cosas mejor para que sus
alumnos aprendan más. Sin esto no hay nada que hacer. Esto es difícil de
resolver, pues el hecho de obligar al profesorado universitario a
implementar un modelo flipped a la fuerza (por ejemplo, en las nuevas
titulaciones semipresenciales) suele producir reacciones en contra. Es
decir, la implementación por imperativo normativo de un flipped
classroom provoca una enseñanza de baja calidad y sin compromiso del
profesorado a cargo, que difícilmente evolucionará a un flipped learning
centrado en la actividad del alumnado.
Otras veces, en los cursos de formación nos preguntan: “¿Qué puede
fallar en el flipped learning?”. A esta pregunta respondemos que lo que
puede fallar es que no logremos que los alumnos hagan el estudio previo, y
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