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matrícula de sus estudios. Las clases magistrales consistían en
explicaciones ininterrumpidas del profesor para transmitir con la máxima
celeridad esos valiosos conocimientos a sus callados, pasivos y atentos
amanuenses alumnos. Este era el tipo de actividad a la que se dedicaba el
mayor porcentaje del tiempo de las clases universitarias.
Sin embargo, con el desarrollo de los soportes informáticos, Internet y
las inciativas Open Course Ware del MIT y de otras universidades
prestigiosas, el conocimiento pasa a ser un bien disponible para todo el que
sepa cómo acceder a él, sepa orientarse en situación de sobreabundancia de
información o infoxicación (intoxicación por exceso de información), sepa
gestionar la asimilación de esa avalancha de información, sepa sacarle
sentido, y sepa extraer, comunicar o aplicar la información más relevante a
la resolución de algún problema. En este contexto actual, la acumulación y
transmisión de conocimientos ha perdido gran parte del valor estratégico
que tenía en el pasado. La educación superior debe aportar otro tipo de
valor añadido a los que dedican su tiempo, sus energías y su dinero a
estudiar en ellas.
Las instituciones educativas universitarias tienen que adaptarse a esta
nueva realidad, cambiar sus prioridades y enseñar a los alumnos de manera
que puedan desarrollar las competencias necesarias para su futuro laboral
en el siglo XXI. Se trata de competencias para la colaboración y el trabajo
en equipo; competencias para el razonamiento crítico, la creatividad, la
comunicación eficaz a diversas audiencias usando distintos medios y
herramientas actuales y futuribles de comunicación. Competencias para
aplicar sus conocimientos a situaciones reales; competencias para
autoevaluar con autocrítica y realismo sus propios conocimientos; y
competencias para autodiagnosticar necesidades de ampliación de estos
conocimientos y satisfacerlas con autonomía.
Para ello debemos fomentar la curiosidad de los alumnos y su
implicación como protagonistas autorregulados de su propio aprendizaje.
Nuestros alumnos deberán ejercitarse en la identificación y resolución de
problemas, en la autoevaluación de sus propias necesidades de formación
y en el aprendizaje autónomo, para así poder desarrollar su capacidad para
continuar su aprendizaje a lo largo de toda la vida. Además deberán
ejercitar y desarrollar también otras competencias más específicas
relacionadas con los distintos tipos de formación, títulos y disciplinas que
estudien. Sirva como ejemplo un médico especialista, el cual nunca debe
perder la visión global de la Medicina, e incluso de la Biología Evolutiva,
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