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Estando en conversaciones, oí voces angustiadas de una mujer
que dos indígenas conducían hacia un cuartico hecho en tablas,

pequeño y con puerta. Allí la encerraron y ajustaron la puerta.
Pregunté a mi guía qué estaba pasando y me contestó que ese
cuartico era el calabozo y que la mujer indígena fue castigada por el
Cabildo, con un día de encierro, por andar sembrando chismes.

En la tarde, busqué la casa donde se reúne el Cabildo que
gobierna y administra justicia. En una casa grande, está reunido el
Cabildo Arhuaco. Hombres mayores conversan alrededor de un
fogón de tres piedras en el suelo y están ahí para discutir y resolver
todos los asuntos que conciernen a la vida de su comunidad.
Sentados en banquitos imparten Justicia en base a los principios de
su antigua tradición.

Nabusímake es más que casitas de piedra, tierra y caña cubiertas
de paja. Nabusímake es gobierno arhuaco, organización
comunitaria, deliberación y cabildo.

Al otro día volví y comprendí que los del cabildo vienen allí todos
los días y se mantienen ocupados considerando los pros y los
contras de sus decisiones. Entran y salen indígenas. Hablan y
debaten y se turnan por períodos viniendo de sus regiones para
mantener al Cabildo funcionando todo el año, en la solución de
problemas y requerimientos. De los pueblos vienen los jóvenes a
servir al Cabildo en la aplicación de sus decisiones.
Finalmente, mi guía recibió autorización para llevarme a
Yugaka, la tierra donde vive Liberato. Serán dos días de camino.
Saldremos al amanecer y pernoctaremos donde otro primo.
Llegamos después del mediodía. Nos recibieron bien y nos
invitaron a comer plátano y batata cocidos. Gracias a esta pareja y
su hijito, tuvimos hospitalidad, comida y chinchorro para la noche.

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