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Nolavita mi guía Kogui.
Sin chistar pasamos caminando entre moles y piedras como piñas
apiladas.
Lo logramos dijo kogui, porque hicimos pagamento. Más abajo nos
aproximamos a un planito donde kogui comenzó a nombrar y a
recoger plantas.
Ramitas de sincrinaria, de flor morada para parar las
hemorragias de las mujeres en parto, ramitas de vira vira para el
dolor de cabeza, el marcuíso de flores amarillas que machacadas y
frotadas alivian los golpes, el arquisemo contra cursos y diarreas.
Nombraba mientras guardaba en su mochila y hablaba de
propiedades y poderes. - kogui me recordó al farmaceuta de Sopó
entre los frascos de su botica, marcando con su pluma los
medicamentos del escaparate.
Después del mediodía luego de bajar, hicimos un alto y una
sentada para comer panela y mientras yo me empelotaba para
meterme en el arroyo, kogui sacó su poporo y se puso a mambear.
. Más tarde nos encontramos con otros Koguis. Familias con niños,
marrano y bueyes cargados de bastimentos que suben de la tierra
caliente. Un kogui a caballo se extrañó mucho de mi presencia
porque los civilizados vienen de abajo, de Mingueo, pero él no ha
visto ninguno que venga de arriba, dijo, señalando las cumbres
blancas.
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