Page 71 - HOMO_VIDENS
P. 71

referido más arriba es que el hipertexto va a solidificar la «cultura del entretenimiento»
                  que  caracteriza  a  todo  el  vídeo-ver.  El  vídeo-niño  «autor»  (excusez  du  peu.’)  de
                  hipertextos no leerá nunca ningún texto (entiéndase ningún libro), y después de un inútil
                  recorrido  escolástico  que  no  le  dejará  ni  un  rasguño,  seguirá  viviendo  jugando  con
                  Internet y las cibernavegaciones.

                  Hasta  aquí  he  dicho  lo  que  pienso.  ¿Pero  qué  piensan  los  demás?  ¿Cuál  es  el
                  «futurible» al que me contrapongo, es decir, ¿al de los multimedialistas? Por simetría de
                  análisis cito a un autor —Roberto Maragliano— que como yo empieza por el lenguaje.
                  Maragliano  (1998,  págs.  48-52)  explica  los  lenguajes  multimediales  como  una
                  combinación de tres componentes: «el componente analítico y objetivante de la prensa,
                  el componente inmersivo y sensualizante de lo audiovisual, el componente interactivo y
                  operativizante  del  vídeo  juego».  Maragliano  asegura:  ningún  componente  es
                  predominante.  ¿Pero  cómo  lo  sabe?  Al  decir  que  los  tres  componentes  se  combinan
                  sugiere que su relación da como resultado una suma positiva. ¿Pero por qué no podría
                  tratarse,  en  cambio,  de  una  suma  negativa?  Quizá  lo  teme  o  lo  sospecha,  visto  que
                  subraya la ruptura, el hecho de que «ya no es la escritura (la racionalidad escritural) por
                  sí sola la que gobierna el territorio de la metacognición», porque a su lado se erigen
                  otras perspectivas «como la de una metacognición de tipo inmersivo y reticular [...] o la
                  de una metacognición de tipo pragmático en cuyo contexto la posibilidad de manipular
                  [...] permite huir de las insidias de una representación exclusivamente verbal o escritural
                  de los datos de la experiencia».


                  Así pues, «los medios piensan dentro de nosotros  y nos orientan a  actuar [...] en los
                  modos de la reticularidad, del conexionismo y del construccionismo». Antes «la función
                  del saber era la de asegurar la estabilidad  del edificio cultural del individuo. Ahora es la
                  de  hacer  que  el  individuo  sea  sensible  a  toda  forma  de  transformación».  Por  tanto,
                  concluye Maragliano,  ya no es posible «configurar el saber como un texto o “cosa”.
                  Este se presenta cada vez menos como una estructura “dada” de elementos fijos y cada
                  vez más como un espacio de “n” dimensiones, un conglomerado fluido».

                  ¿Magnífico? No, para mí es escalofriante. Porque el animal multimedial descrito más
                  arriba ya está descrito e inscrito, tal cual, en los tratados sobre la esquizofrenia: es un ser
                  disociado  cuyo  “yo”  se  caracteriza  por  mecanismos  de  asociación  arbitrarios,  por  un
                  pensamiento hecho lábil por la ausencia de dirección, y por el recurso a símbolos de tipo
                  onírico «sin sentido»; y por un “yo” que está igualmente caracterizado, en la esfera de
                  los sentimientos, por reacciones emotivas carentes de una relación inteligible con los
                  estímulos  que  las  generan.  El  vídeo-niño  de  hoy,  de  la  primera  oleada,  se  limita  a
                  desplegar un cerebro lógica y racionalmente atrofiado; el multimedializado de mañana,
                  de  la  segunda  oleada,  será  también,  entonces,  un  “yo”  desintegrado,  un  “yo”
                  «deconstruido» que irá a poblar las clínicas psiquiátricas.

                  Según Negroponte, en la era digital «yo soy yo». En mi opinión, en cambio, sucederá
                  exactamente  todo  lo  contrario.  Mi  previsión  es  que  el  mundo  multimedial  estará
                  poblado por un “yo” virtual deshecho en personalidades múltiples, y por tanto por el
                  perfecto y acabado «yo neurótico».
   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75